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Tuesday, November 19, 2013

Servicios públicos - horror y pesadilla

Servicios públicos: horror y pesadilla
Lunes, Noviembre 18, 2013 | Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -En una cafetería estatal de
las llamadas El Rápido, en el habanero barrio del Cerro, los clientes no
tienen acceso a la televisión instalada allí con fines públicos. El
equipo les muestra sólo su parte trasera, mientras la pantalla queda de
frente a los empleados, quienes la acaparan para su uso exclusivo. Puede
parecer un detalle nimio, pero realmente es expresión de una conducta
muy grave, sobre la cual se asienta la crisis crónica de los servicios
públicos en Cuba.

Por causa de una malformación que ha devenido endémica, y cuyos orígenes
radican en el mal ejemplo y la mala semilla que diseminó entre nosotros
la dictadura totalitarista, los empleados de todo tipo de servicio
público parecen estar convencidos de que es su clientela la que debe
servirlos a ellos, y no al revés.

Si los burócratas abusan a su antojo del tiempo y la paciencia de
quienes les pagan por ser atendidos, o si los empleados del comercio y
la gastronomía reciben a los clientes como si fueran intrusos que se
cuelan en sus propiedades privadas, ello no se debe únicamente –como
suele decirse- a su falta de "idoneidad laboral" ni a las grandes
lagunas de su preparación en la escuela.

El aniquilamiento de la cultura del buen servicio entre nosotros es,
ante todo, consecuencia y expresión del sistema de gobierno que hemos
padecido en las últimas cinco décadas. De hecho, el régimen representa
en sí mismo la primera y mayor evidencia del problema, puesto que en vez
de ser un servidor del pueblo, como están obligados a serlo -en el
concepto y en la práctica- todos los gobiernos, invirtió los términos
desde el primer día, convirtiéndonos en sus servidores.

Ningún análisis, ningún proyecto destinado a encarar la debacle de
nuestros servicios públicos, podría resultar meramente objetivo si no
parte del reconocimiento de ese causante básico y si no concibe su
erradicación como primer paso.

Como en las más antiguas y rancias monarquías, Cuba está demarcada por
muchos pequeños feudos. Con el inconveniente de que nuestro engendro de
feudalismo llega a un colmo en que deja de ser funcional hasta para los
propios intereses del rey, y pasa a ser apenas una contraproducente
pesadilla surrealista.

En la cima, están los caciques del régimen como soberanos absolutos.
Luego aparece el poder subalterno, que ha distribuido sus parcelas de
acuerdo con la influencia de cada grupo o individuo, según sean más y
menos cercanos al rey. En esa dirección va descendiendo la pirámide
hasta los más ridículos extremos. De modo que todo aquel que tiene en
sus manos algo que necesitan los que están por debajo en la escala, hace
un feudo de esa limitada porción de dominio. Y al final sólo quedan los
siervos de la gleba, entre los cuales, para colmo, también se crean
feudos ínfimos, como el de los empleados de servicios públicos.

La vida nos está demostrando ahora mismo que era iluso pensar que
bastaría con la apertura del pequeño negocio por cuenta propia para que,
al menos en ese sector, se produjeran avances en cuanto al mejoramiento
de la atención al público.

La verdad es que en sus aspectos primordiales, la cultura del buen
servicio tampoco goza de salud en los establecimientos y en otros medios
del trabajo por cuenta propia. Tanto cuando dejan de hacer lo que deben,
como cuando hacen lo que no deben, la forma en que la mayoría de los
cuentapropistas atiende a su clientela no les distingue como
representantes de un cambio de mentalidad.

La dejadez y la chapuza arraigaron durante demasiado tiempo entre
nosotros, y ya no es posible remediarlos si no empezamos por la
extirpación del mal en su raíz.

Source: "Servicios públicos: horror y pesadilla | Cubanet" -
http://www.cubanet.org/?p=53204

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