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Friday, November 08, 2013

Queremos negociar!

¡Queremos negociar!
IVÁN GARCÍA | La Habana | 8 Nov 2013 - 11:09 am.

Los Castro intentan una 'diplomacia del béisbol'. Quieren su parte en
los millonarios contratos de los peloteros de Grandes Ligas cubanos y,
de paso, que les levanten el embargo.

Antonio Castro, hijo del barbudo que gobernó Cuba por 47 años y sobrino
del presidente designado a dedo, dijo a la cadena ESPN que no veía mal
"que nuestros peloteros se marchen del país para jugar en la mejor liga
del mundo".

Tony Castro, por supuesto, no es disidente ni tonto. Ortopédico de
formación, amante de la buena vida, las mujeres bellas y la pelota,
creció sin libreta de racionamiento en la Zona Cero. En el patio del
complejo residencial donde vive su familia, en el reparto Jaimanitas, al
oeste de La Habana, tenía una vaca particular que le daba leche fresca.
Tony recibió atención médica de primera y vio en vivo las series
mundiales de Grandes Ligas mientras al resto de los seguidores del
béisbol en el país se les prohibía.

Sus amigos de farras nocturnas aseguran que Tony es un tipo chévere. Y
que le gusta jugar al golf, un deporte disuelto por su padre y el
argentino Ernesto Guevara por ostentoso, burgués y racista (los caddies
eran negros).

Un capitalismo de familia

En silencio, a Fidel Castro lo han purgado. En las galerías de los
nostálgicos de la revolución solo van quedando sus esporádicas
Reflexiones, donde el caudillo anuncia desastres atómicos, el fin del
capitalismo, o designa a la moringa como el alimento del futuro.

Si no se es un fanático y se observa la cotidianeidad cubana de manera
razonable, se llega a la conclusión de que con cada paso de Raúl y sus
tímidas reformas, se entierra de manera más profunda "el legado" de
Fidel. Ha sido una obra de hechicería política de Castro II mantener la
fraseología aburrida y los símbolos ideológicos mientras desmonta el
tinglado montado por su hermano.

Los hombres de confianza del Comandante en Jefe están en plan piyama o
presos. O como Felipe Pérez Roque y Carlos Lage, trabajando en fábricas.

De un tiempo acá, los homosexuales son revolucionarios. Las escuelas en
el campo fueron una mala idea pues intentaban suplantar a la familia.
Los celadores de la frontera nacional abren el portón y dicen que ya
todos pueden viajar. También podemos alojarnos en hoteles, comprar
cacharros salidos de los talleres de Detroit o viejo Ladas rusos, vender
casas y hacer legalmente todos esos negocios que antes se hacían de
manera oculta. Todo esto si tenemos dinero, claro.

No nos han dicho por qué todo estuvo prohibido durante tantos años. No
se culpa a nadie. Pero quienes diseccionan el poder en Cuba, saben que
Fidel Castro, promotor de la antigua jerigonza política, se hunde poco a
poco en el barro.

Hasta su hijo se salta los preceptos paternos. Y anuncia que los otrora
traidores, desertores y apátridas del movimiento deportivo cubano son
ahora bienvenidos. Seguramente se podrán alistar en futuros equipos
nacionales y montar empresas… mientras paguen el fisco.

El régimen es ahora un capitalismo de familia. Una tecnocracia. Ya se
puede hablar pestes del Gobierno en un taxi o en la bodega del barrio.
Pero se va a la cárcel si evaden los impuestos.

Tony, por su parte, no se quiere quedar atrás en la repartición del
pastel. El ex yerno de Raúl Castro y sus generales de confianza
controlan el 80% de la economía real: el petróleo, el puerto del Mariel,
el turismo, la exportación de servicios médicos y los negocios
recaudadores de moneda dura.

Tras las palabras de Antonio no hay farol ni exabrupto. El régimen está
enviando un mensaje: quiere negociar con Estados Unidos.

Tomando como modelo la diplomacia del ping pong de Nixon en los años 70
con China, Tony intenta seducir al mercado de Grandes Ligas. Tiene bazas
a su favor. En 2013 los peloteros que se han marchado, en su conjunto,
han tenido su mejor temporada. Si sumamos los salarios de los jugadores
cubanos, veremos que se acercan a los 600 millones.

Y los sesudos en La Habana sacan cuentas. Si algún día el embargo
desapareciera, cientos de peloteros cubanos podrían nutrir las
organizaciones de las MLB y… los bolsillos de los jerarcas políticos de
La Habana.

A todos ellos, la cuchilla fiscal los gravaría con altos impuestos. Y
los ceros en las cuentas bancarias de parientes y compadres crecerían.
Por supuesto, para llegar a la danza de los millones y vender el despojo
de una nación se necesita que los obstinados gringos levanten el embargo.

Diplomáticos castristas gastan las suelas de los zapatos en la Florida,
para convencer a empresarios cubanoamericanos de las bondades de una
nueva ley de inversiones. Por decimoquinta ocasión, el canciller dice en
la ONU que el malo de la película son los yanquis que no desean quitar
el "criminal bloqueo" y sentarse a charlar civilizadamente de negocios
como todo buen capitalista.

En esta piñata en que se ha convertido Cuba, Antonio Castro pretende ser
el dueño de la futura pelota profesional. Bueno, por ahora lo es.

Source: "¡Queremos negociar! | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/deportes/1383904490_5845.html

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