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Thursday, November 14, 2013

Oposición en Cuba - llamarnos a capítulo

Oposición en Cuba: llamarnos a capítulo
ANTONIO G. RODILES | La Habana | 13 Nov 2013 - 9:51 pm.

La oposición debe concebirse como fuerza política y dejar de ser solo
fuente de denuncia.
El exilio debe trasmitirnos una visión de las sociedades contemporáneas.
Nadie tiene hoy en Cuba la autoridad para ser nombrado portavoz del
movimiento opositor. Ningún grupo posee el alcance para autoproclamarse
actor esencial del cambio.
Muchos de los actores de la transición están aún por aparecer.

El resultado de la reciente votación que elije a Cuba como miembro del
Consejo de Derechos Humanos de la ONU vuelve a poner en entredicho la
credibilidad de esta institución, que ha incluido también en dicho
Consejo a países como China y Rusia, denunciados constantemente por su
irrespeto a los derechos fundamentales.

China y Rusia son dos potencias internacionales que tienen que ser
tomadas en cuenta en cualquier escenario internacional, por lo que,
aunque cuestionable, su elección tiene cierta lógica. Cuba, por su
parte, es una pequeña isla sin recursos y en bancarrota, pero su régimen
ha trabajado intensamente en el campo de la diplomacia durante todos
estos años, generando un red de influencia y aliados que responden solo
a sus intereses, obviando cualquier ética elemental.

Tras 54 años de casi total aislamiento, la oposición cubana ha tenido la
posibilidad de participar y denunciar en foros internacionales las
violaciones sistemáticas de los derechos humanos en el interior de la
Isla, y la necesidad de solidaridad y apoyo internacional. Sin embargo,
es importante aceptar que si bien nuestro mensaje se ha escuchado con
más volumen y hemos alcanzado mayor protagonismo, aún no tenemos ni la
fuerza ni la articulación para lograr un mayor impacto sobre actores y
organismos internacionales y, así, ejercer más presión sobre el régimen
totalitario.

La reelección de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos resalta la
urgente necesidad de articular una labor de diplomacia más efectiva en
la arena internacional por parte de los grupos opositores cubanos que
radican tanto dentro como fuera de la Isla.

Más allá de la denuncia

La oposición cubana debe comenzar a concebirse como fuerza política, lo
que implica dejar de ser solo una fuente de denuncia. Este salto
requiere un cambio drástico que nos obligue a analizar con profundidad y
honestidad nuestras potencialidades y carencias.

Uno de los principales déficits es la falta de profesionalidad y de
visión política, algo que debemos comenzar a remontar, a pesar de vivir
bajo la dictadura más larga y devastadora del hemisferio. Sin esta
proyección será imposible alcanzar a amplios sectores de la sociedad
que, aunque hartos de desmanes, se mantienen al margen, a la espera de
escenarios más favorables que les permitan manifestar sus preferencias
políticas e identificarse con algún grupo en específico.

El papel del exilio debe ser muy activo por ser parte esencial de la
nación. Ante todo, el exilio debe abrir sus sentidos para percibir
objetivamente la realidad que vivimos dentro de la Isla. Sin un
diagnóstico claro y una visión que no esté anclada en la realidad de
hoy, el resultado será fallido. La Cuba de 2013 no es ni siquiera la de
tres años atrás.

Sostener que una explosión social nos llevará mágicamente a una
democracia ha resultado contraproducente durante décadas, y restado
protagonismo y apoyo a proyectos que sí podrían generar las dinámicas
para un futuro democrático de la nación.

El exilio es fundamental para trasmitirnos una visión de las sociedades
contemporáneas y alentar el crecimiento hacia una oposición moderna y
dinámica. Si se estimula la autocomplacencia y el apoyo condicionado o
manipulado de grupos específicos que responden a intereses o visiones
sectarias, estamos entonces, en gran medida, repitiendo el mismo patrón
anquilosado del régimen.

Generar falsas expectativas manejando cifras y escenarios nada
convincentes puede resultar muy perjudicial no solo para la dinámica
interna, sino para la credibilidad del movimiento opositor hacia el
exterior.

Señales equivocadas

Que alguien se autotitule portavoz de toda la oposición, o se promocione
a cierto grupo como el más importante o activo, muestra inmadurez
política y solo ayuda a generar fricciones y competencias estériles.
Nadie tiene hoy en Cuba la autoridad, ni el alcance hacia la oposición,
ni hacia la sociedad, para ser nombrado portavoz del movimiento
opositor. Ningún grupo tiene hoy el alcance para autoproclamarse como
actor esencial del cambio. Quien dé tal señal, simplemente se equivoca o
miente.

La sociedad cubana comienza a sacudirse de un régimen desastroso, pero
nos encontramos en un momento aún emergente, lo que jamás significa
débil. Muchos de los actores de la transición están por aparecer y será
una gran sorpresa cuando algunos cubanos, que actualmente están en la
frontera o en la llamada "zona gris", irrumpan en la escena política y
jueguen papeles más trascendentes que muchos de los que hoy trabajamos
desde la oposición.

La oposición debe pasar por un proceso de profesionalización, alcanzar
un sentido más agudo de la política y contar con el capital humano capaz
de competir y proyectarse con opciones de gobernabilidad distintas a las
de un régimen que ha causado un desastre nacional, pero que cuenta con
todos los medios y alcance para trasmutar a un capitalismo autoritario.

Abrir un intercambio

El debate sincero sobre temas fundamentales no espera más. Debemos abrir
un intercambio desde el civismo que estimule el crecimiento de las
diversas ideas y visiones de la otra Cuba que deseamos construir.
Resulta demasiado dañino el silencio en aras de una visión arcaica y
encartonada de la unidad.

Cualquier proceso de madurez democrática implica cuestionar capacidades
políticas, legitimidades, efectividad en el pensamiento y el actuar,
pues muchas de las estrategias mostradas como motores del cambio no son
más que viejos anhelos, fantasías y fetichismos.

El reto hoy es que un nuevo pensamiento se apodere de la oposición
cubana, un pensamiento nacido del presente siglo, dentro de un mundo de
redes, con estructuras jerárquicas y dinámicas novedosas, donde la
creatividad, el conocimiento y la información marcan pauta y dejen a un
lado personalismos y epopeyas.

Quienes no ven en sectores de la sociedad cubana —como los
profesionales, los artistas, los intelectuales y los activistas— a los
principales actores de los cambios, simplemente sueñan en los mismos
códigos de una "revolución triunfante" con miles de ciudadanos dándoles
la bienvenida a un nuevo Mesías.

Si deseamos resultados concretos, la lectura de la realidad debe ser lo
más certera posible. Si no desarrollamos agudeza y efectividad en el
campo de la política permaneceremos en la queja.

La democratización de Cuba dejará de ser una quimera cuando
sistemáticamente le arranquemos espacios a un poder que se empeña en no
concebirnos como actores políticos.

Source: "Oposición en Cuba: llamarnos a capítulo | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1384375864_5915.html

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