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Tuesday, November 12, 2013

Los desertores y el “perdón” otorgado

Los desertores y el "perdón" otorgado
Publicado el 8. noviembre 2013 por Miriam Celaya

Una amiga mía, que aquí llamaré Greta, es doctora y ocupa un cargo de
cierta responsabilidad en un policlínico en un barrio "bien" de la
capital cubana. Aunque no es muy versada en cuestiones de política e
ideologías en general, ni de marxismo en particular, hace muchos años
aceptó la pertenencia al PCC porque esa condición le facilitaba el
acceso a ciertas ventajas, como conseguir más rápidamente el círculo
infantil para la niña, el semi-internado para el hijo mayorcito y un
discreto ascenso en su carrera, más allá de lo que cabría esperar de su
mediano talento.

Greta no es, pues, ni una revolucionaria comunista o siquiera
simpatizante del sistema, ni una opositora, sino una oportunista acogida
al ritmo regular de un sistema que no te molesta mucho mientras finjas
obediencia y sigas las pautas.

O al menos lo ha sido hasta hace muy poco tiempo, cuando un "cuadro
profesional" del PCC municipal se presentó ante una reunión de
militantes de su policlínico y les orientó expresamente una misión
ideológica: a causa de la cada vez mayor deserción de médicos y otros
profesionales de la salud desde las llamadas misiones internacionalistas
en el exterior, todos los miembros del "núcleo del partido" de su
policlínico tenían que visitar a los familiares de aquellos para
informarles que el tal desertor no estaba obligado a considerarse
emigrado definitivo sino que contaba con un plazo de dos años para
valorar su regreso a Cuba para continuar ejerciendo tranquilamente su
profesión y gozar de "todos los derechos, como todos los cubanos de la
Isla". (¡Solavaya!).

A Greta se le cayó la lima de uñas de las manos (ella aprovecha las
reuniones del núcleo para actualizarse la manicure o para revisar su
teléfono celular). No daba crédito a lo que escuchaba. Ahora, a las
diarias caminatas visitando pacientes y consultorios de médicos de la
familia, obligaciones de su cargo y posición que ella –hay que
reconocerlo– cumple cabalmente, se sumarían las visitas a casa de los
"desertores" porque las autoridades políticas, generosamente, les
otorgaban el "perdón". Ella, que se las había arreglado para no
participar en mítines de repudio ni en reuniones de sanciones, tendría
que "concientizar" a los familiares de los doctores y técnicos emigrados
para que éstos a su vez los convencieran a ellos de las posibilidades de
"regresar a la patria".

Hacía apenas una semana Greta había hecho su visita habitual a los
padres de un buen amigo, médico como ella, uno de esos "desertores"
quien reside en EEUU desde hace más de un año y trabaja como paramédico
en una ambulancia, había recogido unas fotos que éste le envió y había
degustado un sabroso café enviado por el ex-traidor a sus padres. A su
amigo, como a nadie que ella conozca, le pasa por la cabeza venir a
recuperar derechos en Cuba… Ni siquiera a los que dejaron de ejercer su
profesión y hoy se desempeñan en otros trabajos de la propia esfera de
la salud.

Los militantes se miraban perplejos. Apenas pocos meses atrás la
dirección del policlínico había realizado un matutino para condenar la
traición de un nuevo desertor (otro más) que había traicionado a su
pueblo y a la revolución y no se merecía ni el agua que tomaba… ¿Qué
significaba ahora esta peregrinación regalando perdones que nadie había
pedido y de los que, seguramente, nadie haría uso? Era el colmo del
ridículo.

Y hasta ahí duró la tolerancia de Greta. Se levantó de su silla y le
espetó al "cuadro dirigente" que ese era el trabajo que tenía que hacer
él y no los médicos del policlínico, que para eso él tenía asignado un
salario, una oficina con aire acondicionado y un vehículo con el tanque
lleno de gasolina mientras ella y los demás médicos tenían que andar
rompiendo zapatos por las calles, caminando bajo el sol y el calor, para
cumplir el suyo. Dicho esto, Greta recogió su cartera de la silla y se
fue de la reunión, dejando tras de sí un sorprendido silencio, seguido
de un murmullo de aprobación y apenas cinco minutos después acabó la
reunión.

Ahora Greta está esperando la próxima reunión en la que, de seguro, le
quitarán su carné de militante y una gran carga de los hombros. Le
pregunté si no temía perder su trabajo y ella, risueña y burlona como
es, me respondió: "Con la cantidad de médicos que hay fuera y los que se
seguirán quedando, posiblemente lo que me pidan de favor que no me vaya.
En resumidas cuentas, lo más probable es que con el carné me quiten
también el cargo administrativo, así que estaré mejor ahora que antes:
más tiempo para dedicar a mis pacientes, a mi familia y a mí. Va y hasta
empiezo yo también a dar consultas privadas, como otros médicos amigos
míos. Seré otra de los muchos desertores que se quedan".

En lo sucesivo, Greta tendrá que cuidarse. Con toda seguridad, a este
tipo de desersión médica hacia el sector privado dentro de Cuba no se le
otorgará el perdón de las autoridades.

Source: "Los desertores y el "perdón" otorgado | sin EVAsión" -
http://www.desdecuba.com/sin_evasion/?p=2432

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