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Monday, November 11, 2013

Los Castro son unos gánsteres que han destruido el alma cubana

«Los Castro son unos gánsteres que han destruido el alma cubana»
BORJA BERGARECHE / CORRESPONSAL EN LONDRES
Día 11/11/2013 - 11.33h

La viuda de Cabrera Infante, Miriam Gómez, habla sobre «Mapa dibujado
por un espía», la novela póstuma del escritor cubano que se presentará
este miércoles en Madrid
DAVID SALAS

El baúl de los recuerdos. El cajón de las pesadillas. La caja de
Pandora. La psicología humana recurre a menudo a las metáforas
mobiliarias para describir los lados oscuros de esa máscara que llamamos
persona. En el caso de Miriam Gómez, la joven y bella actriz cubana con
la que el escritor Guillermo Cabrera Infante se casó en 1961, el horror
-un libro- se escondía en un lugar bien físico. Un armario blanco, al
que señala sin mirar, situado en el salón del piso que la inseparable
pareja compartió durante décadas en el centro de Londres. «Yo le tenía
mucho miedo a este libro», explica en el rincón prestado a los sofás en
una estancia poblada por libros, películas y estanterías. «Guillermo lo
escribió, me lo dio para que lo metiera en un sobre y se olvidó de él
para siempre; yo lo metí en el fondo de ese armario y lo olvidé también
porque era una caja de Pandora que no queríamos abrir».

La viuda, confesora, lectora y editora del escritor cubano se refiere
así a «Mapa dibujado por un espía», la novela póstuma desempolvada del
abismo personal de la pareja para las obras completas de Cabrera Infante
que edita Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Gómez, de 74 años,
presentará la obra, una crónica desgarradora del desengaño del escritor
con la revolución cubana, este miércoles en Madrid.

«En Mapa vamos a descubrir un Guillermo distinto, es una persona que
descubre el horror y que se enfrenta con dolor y valentía a algo en lo
que había colaborado y que ya no podía seguir apoyando», nos explica,
mientras sirve unas tacitas de sake japonés que le ayudarán a lo largo
de la entrevista a pasar el trago de haber liberado al genio malo de
Cabrera Infante, el autor de obras como «Tres tristes tigres» y Premio
Cervantes en 1997, fallecido en febrero de 2005.

«Lo que le ha pasado a una nación es más importante que lo que me pueda
pasar a mí»
Miriam Gómez era siempre la primera persona en leer las obras de su
marido. En «La Habana para un infante difunto» le obligó, a costa de una
fuerte bronca conyugal, a eliminar un centenar de páginas. Pero este
libro era diferente. En enero pidió al editor, Antoni Munné, que lo
leyera primero. Dos días después, este volvió con su veredicto. «Va a
ser terrible para ti», le dijo. Miriam lee y trabaja a menudo en la
cama. «Me metí en la cama y lo leí en un día y medio, y me quedé vacía».
Aún así, autorizó su publicación intacta. «Lo que le ha pasado a una
nación es más importante que lo que me pueda pasar a mi», dice.
Los demonios de la revolución castrista

En «Mapa dibujado por un espía» su marido se enfrenta a los demonios de
la revolución castrista, pero también aborda por primera vez sus propios
problemas mentales, heredados por vía genética de un abuelo canario
esquizofrénico. Lo que más le dolió a su viuda, sin embargo, fue mirar
de frente por primera vez a los amoríos y relaciones de Cabrera Infante
con otras mujeres. «Me contó que había tenido romances, pero nunca la
profundidad con la que se había enamorado de otras», explica .
«Guillermo era un loco de las mujeres, se aferraba a ellas como otros se
agarran al alcohol o las drogas... ahora pienso que en cierta forma le
salvaron la vida en situaciones extremas».

Acaba de emerger de dos semanas en cama rehaciendo una mala traducción
al inglés de «Cuerpos divinos», las memorias noveladas de Cabrera
Infante. «Y me he dado cuenta de que en sus viajes con Fidel, mientras
anotaba los horrores que veía, perseguía a las mujeres como una vía de
escape». Cuando el escritor sufrió un ataque al corazón, poco antes de
morir de una septicemia contraída en el Chelsea and Westminster Hospital
de Londres, se sinceró con su mujer. «Pasamos una noche maravillosa en
la que me dio las gracias y me dijo todo lo que yo había sido para él;
yo sé que para el fui el amor total, la única cosa que nunca le falló»,
recuerda, con lágrimas en los ojos y sake en los labios.

En 1965, cuando ya había obtenido el premio Biblioteca Breve por «Tres
tristes tigres» y trabajaba como agregado cultural de Cuba en Bruselas,
Cabrera Infante recibió la noticia de que su madre, Zoila Infante,
estaba a punto de morir. Apartado a un discreto puesto diplomático en
Europa por su libertad de criterio como responsable de Lunes de
Revolución, el suplemento literario del diario «Revolución» (actual
Granma), el escritor viajó a La Habana para despedirse. «Para él, su
madre era un ser superior, el amor que Guillermo siente por las mujeres
se entiende desde ese amor a la madre», explica Miriam. Zoila murió
mientras su hijo volaba hacia la isla. Allí, a la tristeza por la
pérdida se sumaron las vejaciones y atropellos de un régimen envenenado
ya por el virus del totalitarismo, según describe minuciosamente en el
nuevo libro.

«El problema de Cuba es que han destruido su alma»
«La destrucción física de un país tiene remedio, un árbol caído se puede
sembrar, pero el problema de Cuba es que han destruido su alma, y eso no
se puede reconstruir, a los cubanos les han destruido el alma, el
idioma, les han convertido en esclavos, y eso era lo que más le dolía a
Guillermo», recuerda su viuda. Al igual que señala el armario blanco de
los horrores sin mirar, Miriam Gómez se refiere a los Castro sin
nombrarles. «Son el doctor Jekyll y mister Hyde, como decía Guillermo,
es una familia de zoquetes y gángsteres que ha usurpado el poder, como
Gadafi y sus hijos hicieron en Libia», defiende. «El de ahora [Raúl] es
un mierdita creado por el otro [Fidel]», dice.
De La Habana a Londres
Entre su viaje a Cuba en 1965 y la detención en 1971 del poeta cubano
Herberto Padilla por «contrarrevolucionario» -el caso generó una
conmoción internacional en el mundo de las Letras-, Cabrera Infante
completa su proceso de ruptura total con la dictadura cubana. Era hijo
de comunistas patanegra. Los miembros del partido le llamaban
«Guillermito». Muchos eran sus amigos. Pero no podía digerirlo y, tras
el caso Padilla, hizo público su divorcio en una célebre entrevista con
Tomás Eloy Martínez. «El se opuso en el peor momento, cuando todo el
mundo iba con el librito rojo debajo del brazo», recuerda Miriam.

Como ocurre a muchos cubanos , se negó a solicitar asilo político por no
perjudicar a sus amigos. Aterrizaron primero en España. «Yo en Madrid
pude haber trabajado como actriz», dice Miriam. Pero el escritor había
publicado a demasiados escritores republicanos para el estómago del
franquismo. La pareja llegó así a Londres sin un duro, y con las dos
hijas del primer matrimonio del escritor a cuestas. En pleno «Swinging
London», sin patria ni dinero, Cabrera Infante se sumergió en su misión
vital y literaria de cronista habanero desde el exilio. Escribía bajo el
foco de la cocina. «Le gustaba que yo estuviera cerca porque con los
electro-shocks con los que le trataron perdió mucha memoria», cuenta.

«Empezaba vestido, con su traje, y entonces se quitaba los zapatos,
luego los calcetines, y al rato se quitaba el pantalón, y la camisa, y
se quedaba en cueros delante de la página», recuerda divertida. «Yo
pensaba, ¡qué estará soltando!». Un escritor que «era su propia
materia». Y unas páginas que fueron siempre «una reconstrucción de La
Habana que han destruido».

«La Habana tenía 134 salas de cine, ahora ven películas pirata en teles
enviadas desde Miami»
Miriam Gómez cautiva a la grabadora con su voz y al fotógrafo con su
elegancia. Actriz y modelo de joven, vive en Londres «gozando cada día;
de Cuba solo tengo buenos recuerdos, pero no tengo nostalgia de nada».
Acaba de devorar la filmografía entera de Akira Kurosawa y ha comprado
en Amazon montañas de películas del director coreano Lee Chang-Dong y de
los actores japoneses Tsutomu Yamazaki («Despedidas») y de Tadanobu
Asano. Recuerda con rabia que «La Habana era la ciudad con más cines del
mundo, tenía 134 salas maravillosas». Ahora, dice, «en Cuba tienen que
ver películas piratas en una habitación con una tele que les han enviado
familiares de Miami, y encima se lo prohíben». En la vida de la pareja
hubo mucho cine. Como una fiesta de Robert Duvall en 1993 tras rodar en
Florida «Vaya par de amigos», un homenaje a Hemingway. Cabrera Infante
reconoció allí a «El jacobino», un furibundo castrista que intentaba
ahora diluir su identidad en el exilio.
«La gente de Miami ha borrado su pasado», dice Miriam. En los 60, la
pareja viajó a España desde Bégica en un Fiat 600 cargado de gasolina.
«Vi un lugar lleno de luz y de gente alegre, pero yo nunca había visto
tanta pobreza». En Peñíscola, la Guardia Civil le impidió bañarse en
bikini. Cuando regresaron a Valencia en los 90, ya no quedaba playa. Lo
que vio fue «unas alemanas gordas en top-less con unos senos hasta el
suelo que eran para que la Guardia Civil se las llevara por obscenas».

Source: "«Los Castro son unos gánsteres que han destruido el alma
cubana» - ABC.es" -
http://www.abc.es/cultura/libros/20131111/abci-entrevista-viuda-cabrera-infante-201311101840.html?utm_source=abc&utm_medium=rss&utm_content=uh-rss&utm_campaign=traffic-rss

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