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Wednesday, November 20, 2013

La mejor escuela de arte del mundo

La mejor escuela de arte del mundo
YUSIMÍ RODRÍGUEZ LÓPEZ | La Habana | 20 Nov 2013 - 9:54 am.

Una mirada al documental 'Unfinished spaces' desde la Isla, por donde
circula en memorias flash.

Seis meses atrás llevé a un fotógrafo norteamericano a conocer a la ex
modelo y ex bailarina Luz María Collazo. Le había servido de intérprete
con dos otras importantes ex modelos cubanas y esa sería nuestra última
tarde de trabajo. Ella era el blanco principal de su lente y su interés,
pero cuando vio que la casualidad lo había llevado, además, a la casa
del arquitecto Roberto Gottardi, quedó sorprendido y contento por la
oportunidad de conocerlo y tomarse una foto con él.

Yo había conocido a Gottardi en 2010, cuando entrevisté a Luz María
Collazo. Hasta ese momento, su nombre y la historia de la Escuela
Nacional de Arte eran completamente desconocidos para mí. Supongo que
también para muchos compatriotas. Me prometí que lo entrevistaría, pero
el tiempo pasó y fui postergando aquella decisión hasta olvidarla. La
reacción del fotógrafo norteamericano me sorprendió: Gottardi era un
arquitecto conocido y respetado a nivel internacional; la escuela
diseñada por él, junto a Ricardo Porro y Vittorio Garatti, se considera
una de las obras más representativas de la arquitectura cubana de los
sesenta. El fotógrafo sabía de él por el documental Unfinished spaces
(Espacios inacabados) de Alysa Nahmias y Benjamín Murray, que cuenta la
historia del surgimiento de la idea de crear la Escuela Nacional de
Arte, su diseño, su construcción y su… no terminación. Fue así como supe
de la existencia de este filme y hace algunos días un amigo me lo copió
en una memoria.

Al pertenecer la Escuela Nacional de Arte a la primera mitad de los años
sesenta, Espacios inacabados muestra, casi desde el comienzo, imágenes
de los primeros momentos que siguieron al triunfo de 1959: la auténtica
alegría del pueblo cubano al recibir a quienes lo libraron del tirano
Fulgencio Batista; la esperanza en un porvenir que se anunciaba
glorioso, la efervescencia revolucionaria.

Fue durante este período que Fidel Castro y Ernesto Guevara aparecieron
en el muy exclusivo Country Club, de donde no eran miembros, y mientras
jugaban un partido de golf, el líder tuvo la idea de crear una escuela
de arte en ese espacio. "Las mejores escuelas de arte que vamos a
construir en el mundo", lo cita la arquitecta Selma Díaz, a quien se
encargó la dirección.

La tarea de diseñar cinco facultades de arte fue asumida con arrollador
entusiasmo por los arquitectos Ricardo Porro, Garatti y Roberto
Gottardi; no solo por ellos, sino además por los constructores y
estudiantes que recibían sus clases dentro de la obra en construcción y
luego participaban voluntariamente en los trabajos para terminarla, al
ritmo de pequeñas orquestas también integradas por estudiantes. La
actriz Mirta Ibarra, alumna de la escuela en aquel entonces, describe el
ambiente como uno de total libertad y creatividad.

Muy a menudo, ante imágenes de esos primeros años de la revolución, me
he preguntado si, de haber sido una joven en aquel entonces, hubiese
logrado, o querido, sustraerme a aquella efervescencia. La música de
Giancarlo Vulcano que acompaña las imágenes de Unfinished spaces
despierta esa nostalgia por un pasado que no viví y a mis ojos es como
una leyenda, una epopeya fantástica, algo irreal.

Pero en medio de la añoranza una alarma suena en mi cabeza: ¿el líder de
un país tiene potestad para llegar a un club privado, sin invitación, y
decidir transformar el espacio en otra cosa? ¿Ser presidente equivale a
ser dueño del país? En esos momentos recuerdo que Fidel Castro no era
entonces el presidente de Cuba. Lo veo jugar golf con Ernesto Guevara y
la imagen me resulta coherente con la reciente victoria de su hijo Tony
Castro en un torneo de golf, y los terrenos que se construyen en el país
para la práctica de dicho deporte. Pienso que si alguna vez el golf se
estigmatizó como "deporte burgués", fue solo en mi imaginación.

A medio construir, a medio destruir

Pero Unfinished spaces no es un documental encaminado a criticar a "la
revolución" ni a su máximo líder. El filme pone su dramaturgia y su
música en función de mostrar la historia de esta obra de arte
arquitectónica y su paso de ser un proyecto colosal —la mejor escuela de
arte del mundo— al abandono, el olvido, "la marginación oficial"
(palabras del arquitecto Mario Coyula) y la estigmatización de sus
creadores.

Unfinished spaces nos deja escuchar las voces de quienes fueron víctimas
de las decisiones injustas que dieron al traste con la escuela y con un
proyecto importante en la vida de estos tres artistas, pero también
aparece el punto de vista opuesto, que nos permite preguntarnos si la
construcción de una escuela de aquellas dimensiones, sin límites de
presupuesto, no habrá sido un error, dadas las circunstancias y recursos
del país; aunque en la práctica los arquitectos hayan decidido utilizar
los materiales más baratos a su alcance. Está también el testimonio de
estudiantes de entonces, quienes fueron testigos de la militarización y
la expulsión de alumnos homosexuales.

Quienes estudiaron allí posteriormente hablan de su paso por aquel lugar
convertido en ruinas antes de terminar de construirse; llama la atención
la naturalidad de uno de ellos cuando afirma: "creo que la mayoría de
los estudiantes no se preguntó por qué la escuela no se había terminado,
ya que hay muchas cosas en Cuba donde sucede lo mismo".

Acuden a la mente edificaciones a medio construir o a medio destruir, a
las que no les llega nunca el momento de la reparación; las calles que
se arreglan y están rotas nuevamente antes de un mes, las ruinas y el
moho visto desde las guaguas. ¿Estaremos viviendo en un país inacabado,
a medio construir (o a medio destruir)?

La Escuela Nacional de Arte no ha sido solo víctima de decisiones
erradas internas, la escasez y el saqueo por parte de quienes no tienen
donde vivir. El documental no escamotea el hecho de que pudo haberse
reparado y concluido solo unos años atrás, pero las regulaciones del
"bloqueo" norteamericano lo impidieron.

Una de las preguntas que habría querido hacer a Gottardi es por qué
permaneció en Cuba, por qué fue el único de los tres arquitectos en
quedarse. Ya no tendré que preguntarle. Su vida, y también la de esos
otros dos artistas en el extranjero, ha seguido ligada a la Escuela
Nacional de Arte.

El filme muestra el momento en que la vida los premia, después de 45
años, y es justamente Fidel Castro, la primera persona en tener la
visión de aquella escuela, quien decide que la obra debe terminarse.
Sorprende su confesión de haberse enamorado del proyecto cuando se lo
mostraron, pero que por mucho tiempo se reservó su opinión ante la de
especialistas que desestimaron la obra. Sus palabras sorprenden porque
este es el hombre que no escuchó a especialistas que advirtieron de la
imposibilidad de producir diez millones de toneladas de azúcar aún
devastando el país, ni a quienes lo aconsejaron contra la siembra del
café Caturra o el cierre de los pequeños negocios.

De todas formas, lo importante no es el pasado, sino que se reanuda la
construcción de la obra. Las dos facultades de Porro estaban terminadas
y solo requieren restauración. Las de Garatti y Gottardi deben
terminarse. Gottardi, sin embargo, se percata de que su facultad no
puede ya ser la misma que iba a ser 45 años atrás, las circunstancias no
son las mismas, el país no es el mismo. Tampoco podrá ser ya lo que iba
a ser hace más de 50 años, lo que prometieron a nuestros padres.

Entonces, llega el final, no de la construcción de la Escuela, sino del
documental: debido a la crisis económica mundial y a los dos ciclones
que azotaron la Isla, el Estado dejó de financiar cualquier proyecto
arquitectónico no productivo, incluyendo la Escuela Nacional de Arte. Es
difícil saber si llegaremos a verla culminada; también si este
documental llegará a proyectarse en las salas cinematográficas del país.
Pero al menos ya circula de memoria flash en memoria flash, y quedará en
esa memoria más grande que es nuestra memoria colectiva.

Source: "La mejor escuela de arte del mundo | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cultura/1384865071_5981.html

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