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Tuesday, November 19, 2013

La Cuba del odio

La Cuba del odio
Tanto dentro del régimen como entre sus secuaces, hay un sector de
'talibanes' de extrema izquierda. Cada día son menos.
Iván García Quintero
noviembre 18, 2013

"Si algún día esa 'gente' (la oposición) se hace con el poder, a los
tres días van a matar a sus adversarios. Y detrás vendrá la 'mafia' de
Miami, a confiscar sus antiguas propiedades. Lo que está en juego es
nuestra supervivencia. Así de simple", comenta Raciel, fervoroso castrista.

A falta de argumentos razonables, ciertos partidarios del gobierno
utilizan un discurso trillado. Algunos son ancianos rencorosos, con un
largo historial a prueba de bombas en apoyo a Fidel Castro y su revolución.

"En 1962 estuve en una trinchera durante la Crisis de Octubre. Y cuando
comíamos el rancho, nos preguntábamos si sería nuestra última cena.
Estábamos dispuestos a que Cuba fuera barrida del mapa en una guerra
nuclear. Luego vino la limpieza de bandidos en el Escambray y las
guerras en Angola y Etiopía. Yo no voy a renunciar a tanto sacrificio
personal por estar en el jueguito con la oposición. Si los disidentes
quieren el poder, que nos lo quiten a tiros", acota Reinaldo, un viejo
achacoso y severo.

Su incapacidad para reír o debatir ideas políticas diferentes le ha
granjeado la antipatía del barrio. Tanto dentro del régimen como entre
sus secuaces, hay un sector de 'talibanes' de extrema izquierda. Cada
día son menos.

Pero existen. Con un lenguaje rudo y cargado de testosterona. Oposición,
elecciones y alternancia del poder no figuran en su decálogo. Forman
parte de la Cuba de la envidia y el odio. Partidaria de pisotear al
'enemigo' con bofetones y linchamientos verbales. Se consideran
marxistas. Con una ideología en la cual creer.

Otros son pobres diablos, con etiqueta de fidelistas. A Raúl Castro lo
miran con desdén. Consideran que los cambios económicos, su
predisposición a negociar con Estados Unidos y el reconocimiento a los
homosexuales son señales de debilidad política.

Son expertos en levantar el teléfono y delatar al vecino que ha
conseguido materiales de construcción destinados a reparar su casa. O
informar a la contrainteligencia sobre el disidente o periodista
independiente que vive en su cuadra. Para estos cubanos, el diálogo es
sinónimo de traición. Las diferencias se lavan con sangre. También al
otro lado del Estrecho de la Florida hay una legión de políticos
ultraconservadores.

Están afincados en el engranaje gubernamental estadounidense, y su
guerra contra la autocracia de los hermanos Castro es más personal que
racional. Tienen a su favor un lobby político real, dinero, vidas
arruinadas y familiares fusilados o encarcelados muchos años en la isla.

Ellos tampoco desean dialogar. Quieren un embargo económico más
efectivo. Cero remesas. Ni viajes familiares. O negocios con la
dictadura. Odiar es un sentimiento que cada persona es libre de elegir.
Pero el gobierno autocrático y sus seguidores más conservadores, deben
aprender una lección: la oposición tiene derecho a existir y refrendar
leyes que la oficialicen.

Igualmente, al otro lado del charco, los políticos cubanoamericanos
pueden y deben cambiar su mensaje. La suerte de Cuba se decide en los
próximos 10 años. Quizás menos.

Con oídos sordos y rencor acumulado solo dejaremos abierta la puerta a
más autocracia. Para un pueblo pacífico y emprendedor como el cubano,
esta larga travesía por el desierto ya es más que suficiente.

No dejemos que el odio nos venza.

Source: "La Cuba del odio" -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-politica-realidad-regimen-/29388.html

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