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Monday, November 18, 2013

Cuba y el ajiaco ideológico

Publicado el lunes, 11.18.13

Cuba y el ajiaco ideológico
ALEJANDRO ARMENGOL

El gobierno de Raúl Castro ha logrado algo que parecía imposible durante
la época de Fidel: echar a un lado o reducir al mínimo los fundamentos
ideológicos y aplicar un pragmatismo que no significa adaptarse a la
realidad, como han supuesto algunos, sino todo lo contrario: ajustar esa
realidad al propósito único de conservar el poder.

Una visitante reciente a la isla se expresaba en estos términos, al
referirse al proceso de "actualización" del régimen: "la falta de
mensajes oficiales que orienten sobre el proceso o expliquen el
significado de los mismos, hace pensar en la falta de un proyecto
integral concreto. De hecho más que ideologización 'orientadora', para
dirigir el proceso, como cabría suponer en un régimen autoritario, hay
una completa desideologización".

Sin embargo, lo que a los ojos europeos de la profesora española Sonia
Alda es un vacío que "solo puede generar desorientación y desconcierto"
–según escribió en un agudo artículo publicado en Infolatam– en la
práctica cubana es un acomodo que un día avanza y otro retrocede, pero
siempre busca conservar el poder.

Contrario a lo esperado por algunos, el agotamiento ideológico del
modelo marxista-leninista no desembocó en un desmoronamiento del sistema.

Si quienes viven bajo las ruinas del socialismo cubano son sujetos
moldeados por una época en que se produjo una amplia distribución de
algunos derechos sociales –como tener un trabajo asegurado y el acceso
gratuito a los servicios de salud y educación– que con los años
experimentaron un cada vez mayor deterioro, son también ciudadanos con
un precario entrenamiento para ejercer derechos civiles y políticos, o
en general poco preparados para asumir riesgos a la hora de obtenerlos.

El gobierno de La Habana ha hecho todo lo posible por mantener esa
condición, timoneando de acuerdo al momento pero sin soltar el control
del rumbo.

En lo que se refiere al aspecto cultural e ideológico, en los años
previos al mandato de Raúl Castro el régimen mantuvo dos maniobras para
tratar de encaminar el deterioro ideológico: el nacionalismo
posmarxista, adoptado como elemento fundacional del proceso, y la
despolitización de escritores y artistas.

Luego, en los últimos años, ha sido capaz de prescindir de ambos o
relegarlos al "departamento de asuntos sin importancia".

Una maniobra puesta en práctica durante la última etapa de Fidel Castro
al mando de los asuntos diarios del poder, pero que se vino a empoderar
con el gobierno de Raúl y a partir de la "guerrita de los emails", se ha
caracterizado por la transformación definitiva del "intelectual
orgánico" en un creador hasta cierto punto neutral, en lo que respecta a
una militancia política activa, aunque fiel guardador de los "valores
patrios".Al dar muestras de agotamiento el nacionalismo católico, a
comienzos de este siglo, algunos de los portavoces de la ideología
oficial iniciaron un desplazamiento hacia el llamado "socialismo del
siglo XXI", propuesto por Hugo Chávez en Venezuela.

El problema con esos cambios oportunos –o mejor, oportunistas– fue que,
desde el punto de vista teórico y fundacional, carecían de solidez y
solo sirvieron de espejismos al uso para justificar un acercamiento al
poder o al dinero. A ello hay que agregar que, como el lugar que antes
ocupaba la teoría lo comenzaron a llenar los medios masivos, el debate
se ha permeado de mezclas absurdas.De esta forma, el intentar montar en
el mismo carro a Bolívar y Marx, en el mal llamado "socialismo del siglo
XXI", no ha resultado más que un disparate que solo unos pocos
intelectuales han tratado de justificar.Si bien para sostener estos
ajiacos ideológicos, por momentos el régimen de La Habana ha necesitado
tanto controlar la lectura como la escritura, también se ha percatado de
la existencia de cierta permisividad inofensiva, que no afecta su
capacidad de sobrevivir e incluso le brinda cierta publicidad adicional,
sobre todo en el exterior.

Sin embargo, aunque se han producido avances en Cuba, al analizar los
límites de la tolerancia no deja de imperar un panorama sombrío.

La razón de ello es que más allá de casos específicos, géneros
mencionados y momentos históricos, aún el gobierno cubano, y los
intelectuales que lo defienden, fundamentan su política cultural en una
administración territorial de la creación y en practicar una aduana
política, que permite pasar a unos y a otros no.

La publicación de ciertos libros, temas y autores marginados no es lo
suficientemente fuerte como para romper la lógica de la exclusión.

Frente a este desmembramiento cultural e ideológico, en la actualidad se
debaten varios proyectos en la isla, por parte tanto de esa
intelectualidad que con diversos matices mantiene cierta cercanía con la
posición oficial –hablar de colaboracionismo en la mayoría de los casos
es exagerado– como dentro de esa gama que comprende a la sociedad civil,
disidencia, activismo y periodismo independiente, y cada vez es más
amplio y complejo. Dichas posiciones merecen un artículo aparte.

Source: "ALEJANDRO ARMENGOL: Cuba y el ajiaco ideológico - Opinión -
ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2013/11/18/1615498/alejandro-armengol-cuba-y-el-ajiaco.html

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