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Friday, October 11, 2013

No todo está perdido

No todo está perdido
[11-10-2013]
Alfredo Cepero

(www.miscelaneasdecuba.net).- "Cuando en la república el poder soberano
reside en el pueblo entero, es una democracia. Cuando el poder soberano
está en una parte del pueblo, es una aristocracia. Cuando está en manos
de uno solo, es una dictadura.", Barón de Montesquieu.
En el más de medio siglo que llevo viviendo en este país la sociedad
norteamericana ha sufrido transformaciones profundas en sus
instituciones políticas, su composición demográfica y sus estructuras
morales. Recuerdo con añoranza aquel Miami de 1960 en que dormíamos con
las puertas abiertas y podíamos pasearnos por el centro de la ciudad a
las dos de la madrugada sin temor a ser asaltados o hasta asesinados.
Una sociedad donde los maleantes, a contrapelo de lo que ocurre por
estos días, no eran tolerados ni compadecidos sino eran castigados con
todo el peso de las leyes que habían violado. En aquella época la
compasión era para las víctimas y el castigo era para los delincuentes,
porque esa es la única forma en que puede prosperar y perdurar una
sociedad civilizada.

Sin embargo, en el curso de estos años, en forma a veces imperceptible
pero siempre progresiva, los gobernantes norteamericanos se han dado a
la tarea de aumentar el tamaño del gobierno para acumular en sus manos
mayores porciones de poder. El barón de Montesquieu lo vio muy claro
cuando dividió su propuesta de gobierno en tres ramas que servían de
contrapeso unas a las otras.

Esa forma de gobierno fue la que tuvieron en mente los redactores de la
constitución norteamericana. Pero de 1776 a la fecha ha llovido mucho y
nos han iluminado muchas lunas. Los pícaros que hoy nos gobiernan se han
dado cuenta de que haciendo regalos a los holgazanes y manteniendo vagos
reciben votos y acumulan poder. Se han hecho realidad las advertencias
de los fundadores de esta nación de que el poder que gana el gobierno lo
pierde el ciudadano.

Otros de los factores que han cambiado el carácter nacional americano
han sido la cultura y los niveles de instrucción de un número
considerable de los recientes inmigrantes. En las grandes olas
inmigratorias de finales del Siglo XIX y principios del XX llegaron a
las playas norteamericanas hombres y mujeres que escapaban de una Europa
empobrecida y diezmada por la guerra cuyos gobiernos carecían de
recursos para proporcionar ayuda social a sus ciudadanos.

No sabían lo que eran cheques por desempleo, ayuda médica gratuita o
sellos de alimentos. Eran médicos, ingenieros, albañiles, carpinteros o
relojeros que no esperaban ayuda alguna en el nuevo país. No buscaban
otra cosa que libertad y oportunidades para hacer realidad el sueño
americano con el fruto de su trabajo y de su habilidad profesional. A
diferencia de aquellos, una proporción considerable de los actuales
inmigrantes, sobre todo los del último cuarto de siglo, buscan el sueño
americano bajo la protección del estado paternalista. Son en su mayoría
personas con bajos niveles de instrucción y altos niveles de
desesperación. ¿Y quién puede culparlos? Escapan de la miseria de sus
países de origen y compran una relativa prosperidad en el país adoptivo
con la moneda del voto incondicional a sus recién descubiertos mecenas.
Ellos no son los corruptos sino los instrumentos de los corruptos. Los
corruptos son los políticos que los deshumanizan y manipulan para
acumular poderes omnímodos.

Ahora bien, el factor de mayor preocupación es la crisis de las
estructuras morales de este país ocasionadas por el derrumbe de la
familia norteamericana. Lo que los sociólogos llaman célula de la
sociedad desempeña un papel cada día menos importante en este país.
Quienes lo duden solo tienen que preguntarle a los maestros, a los
jueces y a los policías. Las estadísticas de los hogares con un solo
padre son espeluznantes. Es cierto que la raza negra con un 72 por
ciento en esta categoría lleva la delantera, pero los hispanos y los
norteamericanos blancos han experimentado un peligrosos deterioro de la
unidad familiar en los últimos años.

La crisis de estas tres áreas de la vida nacional es motivo de alarma y
preocupación para aquellos que quieren dejar a sus hijos y nietos una
sociedad funcional donde puedan desarrollar el potencial de sus
habilidades y disfrutar de una vida digna y segura. Yo confieso haber
sido agobiado algunas veces por esos sentimientos de frustración y temor.

Pero es un hecho irrefutable que después de cada noche viene un amanecer
y que en medio de la más profunda oscuridad puede siempre encontrarse un
rayo de luz. En mi caso, ese rayo de luz lo encontré el pasado fin de
semana con motivo de una visita al colegio militar donde estudia su
tercer año mi nieto Michael Peter Santana.

En la histórica y acogedora ciudad de Charleston, estado de Carolina del
Sur, donde se dispararon los cañonazos que desataron la conflagración
fratricida de la Guerra Civil Norteamericana se encuentra enclavado The
Citadel Military College. Fundado en 1842, The Citadel Military College
ha producido más de 50,000 hombres y mujeres de principios y carácter
que han contribuido a forjar esta sociedad de libertad y oportunidades
que son los Estados Unidos de América.

La misión de esta benemérita institución ha sido descrita con soberana
claridad por su actual presidente, el Teniente General John W. Rosa, con
estas palabras: "La misión de Citadel consiste en educar líderes con
principios. La llave para producir esos líderes es a través del estudio
y del servicio a sus semejantes. Antes de poder liderar es necesario
saber servir".

Los frutos de esta hermosa labor de educar ciudadanos para construir
naciones se han hecho patentes en la larga lista de graduados de Citadel
que han ejercido un impacto beneficioso en la sociedad norteamericana.
Entre los graduados más notables en el transcurso de los 171 años de
historia de The Citadel se encuentran 6 gobernadores estatales, 3
senadores federales, 12 congresistas federales, 8 embajadores
norteamericanos, 28 generales de tres estrellas, 4 generales de cuatro
estrellas, 5 pilotos de los Navy Blue Angels, un astronauta y, para
adornar la ya impresionante lista, la Miss USA de 1994, Ms Lou Parker.

Dos de estos destacados graduados merecen, por otra parte, una especial
mención por el talento y el coraje con los que supieron enfrentar retos
de extraordinarias proporciones. El General de cuatro estrellas William
C, Westmoreland, en su condición de comandante Supremo de las fuerzas
norteamericanas en Vietnam entre 1965 y 1968, mantuvo la cohesión y la
moral de unos soldados que peleaban en una guerra contaminada por
interferencias políticas y repudiada por el público de los Estados Unidos.

El otro tomó el camino del servicio como destacado líder cívico. ¿Quién
en el sur de la Florida puede ignorar el nombre y la labor cívica de
Alvah Chapman, Jr.? En la noche tenebrosa que siguió al azote brutal del
Huracan Andrew, Alvah H. Chapman, a la sazón Presidente de la Junta de
Directores de Knight-Ridders, fue la mano firme que dirigió la
reconstrucción de un devastado Homestead.

Estos dos hombres y los mencionados anteriormente en este trabajo
bebieron en su temprana juventud los principios y valores que yo pude
constatar durante mi reciente visita a The Citadel. Junto a murales
donde eran ilustrados actos de heroísmo en la defensa de la libertad y
la democracia, no solo en los Estados Unidos sino en el mundo, se podían
leer frases encaminadas a la formación de ciudadanos ejemplares. Junto
al lema central de la institución "Honor, deber y respecto", podían
leerse frases como "Dios, Patria y Familia" y, como irreductible
expresión de carácter, "No mentiré, no haré trampas, no robaré, ni
toleraré a aquellos que lo hagan".

Es cierto que a mi regreso de este viaje por la América del honor y de
la esperanza me encuentro con un gobierno paralizado por las rabietas
infantiles de políticos que han perdido el rumbo en el camino del
servicio a su pueblo. Pero, a diferencia de mis días previos a la visita
a The Citadel, estoy convencido de que, a pesar de todas nuestra
dificultades, gracias a mi nieto y a sus compañeros cadetes no todo está
perdido.

Source: "No todo está perdido - Misceláneas de Cuba" -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5257c6673a682e16e809acae

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