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Sunday, October 06, 2013

Mi tío el Che, más allá de la vulgaridad

Mi tío el Che, más allá de la vulgaridad
Posted on 5 octubre, 2013
Por Martín Guevara*

Las tecnología nos ha acercado una nutrida variedad de maneras de
ponernos en contacto con seres queridos que por avatares de la vida no
vemos con la regularidad que nos placería hacerlo, o con nuevos
conocidos que no por el hecho de ser virtuales carecen de nexos
estrechos con nosotros, sino que más bien por el contrario suele suceder
que al no mediar el arsenal de ceremoniales que acostumbramos a utilizar
por cultura y educación al conocer a alguien en persona, se va con mayor
rapidez al grano, donde acostumbran a residir los puntos de coincidencia.
Pero hay ocasiones en que las redes sociales nos juegan malas pasadas, o
simplemente nos ubican en otra cara de la realidad que la que estamos
dispuestos a ver con meridiana claridad cada día, nos sale el cuco, la
rana, el antagónico o simplemente el toca… narices.

Así fue que recientemente recibí una serie de notas a modo de correos a
través de la red de internet, de una misma persona que con insistencia
decía encarnar el sentimiento de buena parte de los lectores de algunos
de mis escritos, mostrando una aguda contrariedad por el hecho de que en
algunas de mis reflexiones, anécdotas o sentencias, ya sea el editor del
sitio de prensa o yo mismo mencione el hecho de que soy "sobrino del Che".

Bajo la sombra del parentesco

Durante muchos años viví de mala manera bajo la sombra y el peso que
dicho parentesco me deparaba, ya que en mi caso el no poder sobresalir
en nada con mayor alcance que esa condición de parentesco con un
personaje mítico, atentaba contra mis posibilidades lejos de socorrerme.
En esto el Che en sí mismo no tenía nada que ver del mismo modo que
ocurriría si hubiese decidido vivir del orgullo de llevar su sangre, lo
que estaba en juego era la manera de vivir aquello que rodeaba al
personaje, aceptar el segundo plano, y consecuentemente toda la
manipulación de quienes se apropiaron de su impronta, de su figura,
resaltando la característica de su lealtad a ciertas ideas y ocultando
su constante crítica, revisión y reinterpretación de la Historia.

En otro terreno se encuentra lo que opino estrictamente sobre la vida y
obra de Ernesto como persona y personaje histórico, y eso prefiero
dejarlo para el consumo propio, ya que además de pensar que carece de
interés intelectual me reservo el derecho de cambiar de opinión acorde a
las edades que vaya atravesando y las diferentes sensibilidades y nexos
emocionales que me puedan unir a su ánima, o a la impronta que su vida
dejó en varios de mis seres más queridos.

O sea que más bien dejo que se coloque mi parentesco con el Che,
precisamente cuando emito una idea o un criterio que contrasta con la
manipulada versión oficial del lado de la calle donde la imagen sugerida
proyecta su sombra, como una interpretación estática de las
reverberaciones de sus estruendos de otrora. Suele interesarme en
particular establecer ese contraste con todo aquello que se supone debe
"pensar" y "opinar" un familiar del Che, una contracara de la simpatía
obligada hacia todo lo que se vende como su leitmotiv, opuestas a mi
interpretación de su legado. Una mirada diferente, intimista, alejada de
los focos, más cercana a la soledad con la cual se reconcilió en la
antesala de su muerte.

Por ello quería compartir este fenómeno curioso que me he visto invitado
a apreciar a lo largo de los años desde la primera fila.

Contradicciones procaces

Si alguien osa usar su parentesco con mi tío con cualquier otro mártir
para obtener ventajas de los más diversos tipos, desde el gran dinero en
jugosos contratos con magnates capitalistas, hasta viajes, pasando por
todo tipo de privilegios, inmuebles, objetos de arte, banquetes y una
extensa gama de etcéteras, se considera bien hecho e incluso llega a ser
promovido y aplaudido, siempre y cuando sea con el fin de dar loas a la
nomenclatura cubana, al coto de caza de los dictadores y de encubrir
todas y cada una de las injusticias de la mal llamada Revolución.

O sea que está bien utilizar y exprimir dicho parentesco si es para
mostrarse obsecuente de la injusticia, esclavo de la mentira.

Sin embargo, todo cambia si por alguna eventualidad a algún trasnochado
sin tuercas como este, vuestro seguro servidor, menciona dicho
parentesco sin haber obtenido a cambio beneficios o favores,
precisamente para desnudar esas contradicciones tan procaces, que van
desde el anacronismo, a la estafa simple y llana a todas aquellas almas
inocentes que aún confían en que esa deteriorada nave autoritaria con
proa a un futuro de autómatas, está en verdad comandada por la abstracta
y cacareada "moral comunista".

Si mencionase al Che para ir por ahí ensalzando de modo poco decoroso
las correrías de Fidel y Cía., en lugar de intentar mostrar sus
impudicias al tiempo que las mías, acorde a la educación que recibí,
esos obsecuentes adoctrinados que arrojan los dardos que resbalan por el
hombro de mi edificio central, hacia el callejón soleado donde apresuran
sus pasos los tensos y alterados peces gelatina, entonces me aplaudirían
y me cubrirían de prebendas, dejando para siempre en la sombra a los
harapientos que esperan la lumbre, bajo la lluvia de la calle contigua,
en que yo veo con mayor claridad al espectro de Rocinante y mi tío
caminando hacia el encuentro con su otro Yo en una existencia menos
urgida, más allá de esta vulgaridad.

Curiosidades de la ética en tiempo de las redes sociales.

*Sobrino del Che Guevara. Vivió como refugiado en Cuba por 15 años y
permaneció en La Habana hasta 1988. Actualmente reside en España y
escribe un libro testimonial sobre su experiencia cubana y el peso del
mito que rodea a su célebre tío guerrillero.

Source: "Mi tío el Che, más allá de la vulgaridad | Café Fuerte" -
http://cafefuerte.com/cuba/7758-mi-tio-el-che-mas-alla-de-la-vulgaridad/

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