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Wednesday, October 23, 2013

La oposición leal y el Síndrome de Estocolmo

Disidencia, Oposición, Represión

La oposición leal y el Síndrome de Estocolmo
Se "olvida" las condiciones específicas de los opositores de todos los
signos ideológicos en Cuba y la política del gobierno cubano frente a ellos
Marlene Azor Hernández, México DF | 22/10/2013 4:54 pm

Hace algunos días el colega Arturo López Levy me envió su artículo "El
llamado de Glendower", publicado en el blog de Emilio Ichikawa. En el
artículo, el colega critica a la oposición cubana interna y evalúa los
resultados de sus giras internacionales. Le faltó sólo contrastar la
posición de los opositores con relación a los "cinco héroes", con lo
cual, hubiera completado la agenda fundamental del gobierno.
El error metodológico fundamental del análisis está en que López Levy
contrasta lo que debería hacer la oposición, tomando como referente los
puntos de la agenda del gobierno cubano o lo que favorecería los
intereses del gobierno cubano. Desde este punto de vista, su propuesta
es que los opositores deberían comportarse como una oposición leal, es
decir, que siendo todos los días reprimidos con "los actos de repudio"
y/o lapidados moralmente por el gobierno cubano y sin derecho a réplica,
deberían ser leales a sus verdugos. Así, Levy apuesta a que los
opositores sufran el Síndrome de Estocolmo a pesar de la violencia
moral, psicológica y física contra ellos. Es un contrasentido lógico
juzgar a los que se oponen al gobierno a partir de los puntos de la
agenda y/o de los intereses gubernamentales. Cuba no es su gobierno y la
nación no se reduce a este.
Desde el referente equivocado, López Levy juzga la actuación de denuncia
de los opositores que han salido al exterior como un error, y la
ausencia de propuestas de solución a los problemas del país que sería lo
adecuado —desde su punto de vista— para negociar en el exterior. En el
primer caso, le parece poco inteligente que los opositores defiendan su
integridad física y moral —dentro del país no tienen cómo hacerlo— y a
la vez denuncien las condiciones de los derechos humanos en Cuba. En el
segundo caso, no se ha interesado el colega López Levy en utilizar el
maestro Google para enterarse de los programas políticos de las diversas
agrupaciones opositoras cubanas dentro del país, de manera tal que desde
una posición superficial y rampante da por sentado la ausencia de
propuestas viables y sensatas, unas más, otras menos, de acuerdo a las
preferencias y elaboración políticas de cada uno, pero todas serias y
bien estructuradas y desde todo el espectro político contemporáneo.
Quizás, la única salvedad en la que tiene razón Levy, sea el llamado a
una huelga general nacional sin tener las condiciones para esa
convocatoria lanzada por el disidente Jose Luis García Pérez (Antúnez).
Aunque comparándolo con la "actualización" de un modelo "que no nos
sirve ni a nosotros mismos", según palabras del ex presidente Fidel
Castro, Antúnez peca por tomar los sueños por realidad y la élite
política cubana peca de incapaz.
Se le exige a la emergente sociedad civil cubana una unidad nacional, un
arrastre masivo de población y una elaboración de un programa nacional
viable y consensuado que ni el gobierno cubano con el control de todos
los recursos materiales, militares e informativos logra tener. Es de
esta manera que el análisis de López Levy pierde contacto con la realidad.
Le critica a la oposición haber ejercido más "la propaganda y agitación"
que una negociación de un programa democrático en sus giras. Sigue
abstrayéndose el colega Levy de las condiciones represivas en las cuales
se desarrollan los opositores y que son cuestiones vitales, —claro, no
para el caso del colega López Levy—, a la vez que les pide una postura
diplomática como si se tratara de senadores de sociedades "abiertas" o
diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en fin,
funcionarios en gira oficial de intercambio con sus homólogos
extranjeros. Los opositores son individuales o colectivos y de las más
diversas posiciones ideológicas, sin embargo desde el prisma de López
Levy, cada uno debía llevar consigo un programa "presidenciable". No sé
cómo se le pide a cada opositor que salga a hacer campaña electoral
internacional si dentro del país está rotundamente prohibido.
Los niveles de cohesión que quiere buscar y no encuentra Levy los puede
observar, por ejemplo, —ya que no quiere estudiarse las propuestas más
profundas y las campañas de la izquierda, centro y derecha opositoras—,
en la adhesión de todos los signos políticos a la "Campaña Por otra
Cuba", impulsada por Estado de SATS.
Le critica Levy a los opositores que han salido de gira internacional
"no haber influido en la política norteamericana hacia Cuba" en realidad
el gobierno cubano con más de cincuenta años en el poder y siendo
gobierno tampoco. No se entiende esta exigencia a los que son reprimidos
y no tienen el poder de representar a la nación desde el gobierno, ni
siquiera desde un partido legal o asociación legal de ciudadanos o
simplemente como un ciudadano individual.
Por último, López Levy le critica a los opositores cubanos que luego de
volver al país no han tenido un impacto multiplicador sobre sus
coterráneos y "olvida" de nuevo el colega en qué condiciones desarrollan
su actividad los opositores en Cuba.
El problema central de toda su reflexión, es que no se analizan a los
actores sociales en el contexto en el cual desarrollan su actividad
cívica y sobre todo, tampoco, se tiene en cuenta la política de los
gobernantes cubanos frente a la oposición de izquierda centro y derecha.
Un análisis al margen de estas condiciones produce evaluaciones psicóticas.
Un muy serio intelectual cubano, Aurelio Alonso, señalaba en el 2008 que
nos gustara o no nos gustara, las Damas de Blanco son nuestras. Y por
otra parte, deberíamos preguntarnos si no son el fruto de nuestras
propias políticas.
Yo agrego como análisis que hay que terminar por definir que los
opositores son tan cubanos como la élite gubernamental cubana, que no
han sido "fabricados" en ninguna empresa norteamericana y que las causas
de su existencia y sus grados de radicalismo, están en correspondencia
con la crisis que azota al país hace más de 23 años y en la incapacidad
negociadora del gobierno y su intolerancia con respecto a sus propios
ciudadanos, desde los discrepantes hasta los opositores.
En cuanto a la crítica a Estado de SATS, que se comenta en el artículo
del colega Levy, debo aclararle que la palabra SATS, no anuncia ningún
"explote" social, ni alguna intención de violencia, sino una
concentración de energía de los actores sociales antes de salir a
escena. Otra vez, si se hubiera ayudado del maestro Google, se hubiera
ahorrado su mala interpretación, conociendo la significación del
término, que viene del teatro y que es utilizado por dramaturgos como
Eugenio Barba. Nada más positivo, pacífico y creativo que el contenido
de ese término.
Si se trata de demonizar y ridiculizar al "otro", esta claro que la
superficialidad y el análisis al margen de las condiciones reales donde
ejercen su actividad los opositores de todos los signos ideológicos son
los instrumentos idóneos, aunque produzcan —por su falta de realismo
político— evaluaciones psicóticas. Esta "alergia" e intolerancia del
gobierno cubano y López Levy hacia la diversidad opositora o incluso
hacia la diversidad crítica al margen del gobierno es un ángulo de
análisis por el que habría que empezar.

Source: "La oposición leal y el Síndrome de Estocolmo - Artículos -
Opinión - Cuba Encuentro" -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-oposicion-leal-y-el-sindrome-de-estocolmo-314440

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