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Friday, September 20, 2013

Un error no debe conducir a otro error

"Un error no debe conducir a otro error"
Fernando Ravsberg
BBC Mundo, @ravsberg
Jueves, 19 de septiembre de 2013

Las recientes reclamaciones del músico Roberto Carcassés, en un acto por
la libertad de los agentes cubanos presos en EE.UU., provocaron un
tsunami político. En los círculos intelectuales de la isla no se habla
de otra cosa, tal y como si el hecho tuviera una importancia capital.
La repercusión estuvo dada porque muchos cubanos escucharon en directo
por televisión un pliego de reivindicaciones en el que mezclaba la
libertad de expresión con la de fumar marihuana y la elección directa
del presidente con el automóvil que no le quieren vender.
En las redes sociales algunos colegas jóvenes me escribieron indignados
contra el músico criticón. También leí los post de los blogueros
profesionales "pidiendo sangre", pero no me sorprendieron porque siempre
quieren aparentar ser más marxistas que Marx.
En el anticastrismo externo renacieron las esperanzas. Aseguran que
"Carcassés es la punta del iceberg", que "el pueblo está perdiendo el
miedo", y vuelven a soñar con el levantamiento popular que la disidencia
interna ha sido incapaz de promover.
Los cubanos de a pie con los que hablé se dividen entre quienes lo ven
como un oportunista que se "robó el show de los 5", los que lo
consideran un valiente que "se lo jugó todo", los que piensan que
"ejerció su derecho en un lugar equivocado" y a la mayoría les aburre el
tema.
Lo cierto es que las cosas no habrían trascendido del territorio de lo
anecdótico si no hubieran surgido de inmediato los sancionadores,
dispuestos a cortarle la carrera profesional por tiempo indefinido,
obligándolo a emigrar con su música a otra parte.

Fue entonces que las alarmas se dispararon, algunos blogs cubanos de
izquierda como La Joven Cuba, advirtieron sobre el costo político de
semejante medida pero nadie los escuchó hasta que entró al ruedo Silvio
Rodríguez, una voz más difícil de silenciar.
El cantautor invitó al músico castigado a participar en sus próximos dos
conciertos barriales y de esa manera puso a los sancionadores ante la
disyuntiva de prohibir también sus presentaciones como única vía de
lograr que su mandato se cumpla.
Lo paradójico es que Silvio cree que su colega "cometió una gran
torpeza". Dice que hubiera preferido que lo dijera en otro concierto
porque "la lucha por la libertad de Los Cinco es una bandera sagrada del
pueblo de Cuba, muy por encima de otras consideraciones".
Pero interviene cuando "a la torpeza de mi compañero la siguió otra por
parte de la institución que rige el trabajo de los profesionales de la
música en Cuba". Lo hace "por repudio a prácticas de este tipo en otros
tiempos, por rechazo a la idea de que volvieran a instaurarse".
Silvio sufrió esas prácticas en carne propia, cuando era un joven
rebelde. Aprendió que "un error no debe conducir a otro" y comprende que
resulta verdaderamente "espantoso que la causa de Los Cinco pueda usarse
como pretexto para un acto de represión".

La sanción no me sorprendió, conozco a cantantes obligados al silencio
durante 2 años por expresar sus opiniones y a un periodista de la TV
local que fue separado de los medios por 12 meses debido "al contenido
ideológico" de uno de sus reportajes.
Desde los 70, el sector ideológico del Partido se ha proyectado como
punta de lanza de la intolerancia, contra los religiosos y los
homosexuales, ejerciendo un férreo control sobre la prensa y atacando
cualquier expresión artística o intelectual que no transite por los
caminos debidamente autorizados.
Desde luego no es la primera vez que sucede algo así, lo nuevo es que
esta historia tuvo un final feliz. Las autoridades recapacitaron,
apostaron por el diálogo e informaron que "las conversaciones fueron tan
positivas que han decidido dejar sin efecto la sanción".
Pensar que la presión funcionó sería solo parte de la verdad porque
también puede estar influyendo la renovación de cuadros dirigentes al
frente del Departamento Ideológico del Partido Comunista, algo que
podría traer cambios trascendentales en ese sector.
Dice en su carta Silvio Rodríguez que "un error no puede conducir a otro
error" y yo le acoto que cuando, a pesar de eso, alguien se vuelve a
equivocar, la rectificación no es un gesto de debilidad ni de fortaleza,
es un acto elemental de justicia.

Source: ""Un error no debe conducir a otro error" - BBC Mundo - Blogs" -
http://www.bbc.co.uk/mundo/blogs/2013/09/130919_blog_cartas_desde_cuba_error.shtml

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