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Tuesday, September 24, 2013

La 'red social' cubana y Mussolini

La 'red social' cubana y Mussolini
ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | Los Ángeles | 24 Sep 2013 - 9:20 am.

Más seguidor del 'fascio' italiano que de Voltaire y Martí, el castrismo
garantiza la crisis.

"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu
derecho a expresarlo".

Esta frase bien podría ser considerada como la piedra angular de la
libertad de expresión en la cultura occidental. Se le atribuye al
enciclopedista francés Voltaire, uno de los fundadores teóricos de la
democracia moderna (por su culto a la tolerancia y la libertad
individual), y figura fundamental de la Ilustración y el llamado Siglo
de las Luces.

Más de un siglo después, en tierras del Nuevo Mundo, otro pensador
extraordinario, nuestro José Martí, trazó una regla de oro del
periodismo, en particular con una frase definitoria: "La palabra no es
para encubrir la verdad, sino para decirla".

Sin embargo, el reciente anuncio de la creación de una "red social" en
la internet controlada por el gobierno de los hermanos Castro, casi al
mismo tiempo que el régimen rechazaba la solicitud que le hizo la ONU de
que aceptase el derecho de los cubanos a la libertad de expresión,
confirman que en la Isla en que nació y cayó en combate el padre de la
independencia de Cuba no rige su máxima liberal, sino una tomada de
Benito Mussolini, quien resumía la filosofía fascista en otra frase:
"Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado".

Dos meses después de proclamar el carácter socialista de la revolución,
y con todos los medios de comunicación ya estatizados, Fidel Castro
dijo: "Dentro de la revolución (léase Estado) todo, contra la
revolución, nada, ningún derecho". Fue en junio de 1961, en la
Biblioteca Nacional de La Habana, cuando se dirigía a un grupo de
intelectuales a quienes dejó claro que en lo adelante nadie más que él
podría hacer críticas en el país.

¿Pura coincidencia de frases? No exactamente. En su juventud, Castro fue
un gran admirador de Mussolini, al punto de que recitaba textualmente
fragmentos de discursos y escritos del dictador italiano, según han
contado su profesor en el Colegio de Belén, el padre Armando Llorente, y
su colega de estudios de entonces, José Ignacio Rasco.

El castrismo se acaba de negar a aceptar varias recomendaciones del
Consejo de Derechos Humanos de la ONU encaminadas a que fuesen
eliminadas o modificadas las leyes de corte fascista que actualmente
impiden la libertad de expresión, el acceso a internet y la actividad de
los periodistas independientes y los opositores del Gobierno.

Por otra parte, la oficialista Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), que
en la práctica funciona como una sección del Departamento Ideológico del
Comité Central del Partido, dio a conocer la puesta en marcha de una
"red social cubana" supeditada a dicho departamento partidista, que solo
es accesible desde los llamados Joven Club de Computación y Electrónica,
una red de locales estatales establecida en 1987 por Fidel Castro en
todos los municipios del país.

Actualmente con unos 600 centros en los que se imparten clases de
computación, éstos ofrecen acceso a la intranet cubana, que solo tiene
sitios online controlados o censurados por el gobierno. La UPEC precisó
además que no se permitirá la creación de blogs fuera de las sede de
estos clubes oficiales.

'Solo es verdad lo que me es útil'

Lo peor del caso cubano es que no solo se aplica el concepto fascista de
"nada contra el Estado", sino que en materia periodística el principio
martiano de no ocultar nunca la verdad fue sustituido por otro del
filósofo William James, padre del cinismo pragmático estadounidense,
según el cual "solo es verdad lo que me es útil".

Con tal paradigma "ético", lo que es verdad pero no le es útil a los
Castro, es mentira. Y lo que es falso, pero le es útil a la dictadura,
es verdad. Si es cierto solo a medias, o una pura invención, no importa,
lo que vale es que sea útil a la dictadura. Por eso decir la verdad en
la Isla es "propaganda enemiga".

Más de media centuria después de lanzar Castro su versión criolla de la
frase de Mussolini, el régimen continúa asfixiando uno de los más
elementales derechos del individuo moderno: la libertad de informarse,
opinar y expresar lo que piensa.

Todo esto revela el carácter "aperturista y renovador" de los cambios
raulistas de que hablan los políticos y los medios de comunicación,
sobre todo en América Latina y la Unión Europea.

Pese a que algo es mejor que nada y en algunos aspectos se nota cierta
flexibilización en materia económica, en el ámbito político y de las
libertades individuales, se evidencia que mientras alguno de los Castro
viva, y la Junta Militar siga ostentando el poder en forma absoluta,
nada va a cambiar sustancialmente en la mayor de las Antillas.

Y es que, tal y como ocurre en el fascismo, en el socialismo que se
empeña en "actualizar" el Partido Comunista de Cuba (PCC) realmente no
hay sitio para el individuo. Aunque últimamente apenas se menciona a
Carlos Marx, aún sigue intacto en la Isla el dogma doctrinario diseñado
por el filósofo germano que de hecho establece que los individuos por sí
solos no tienen otro valor que el de ser sumados para formar "las masas".

Los ciudadanos 'satos'

En Cuba la única individualidad que cuenta es la de los patricios de la
élite que integra la nomenklatura militar y civil, el aparato dirigente
del PCC hasta el nivel municipal, y las celebridades que se portan bien
y elogian al régimen. Las personas comunes y corrientes, incluyendo "la
clase trabajadora en el poder", como reza la propaganda que tanto
gustaba a Lenin, carecen de derechos. Constituyen la plebe, los
ciudadanos "satos" del Caribe.

Esos que no alaban a la "revolución" —el Estado para Mussolini— no están
autorizados a decir lo que piensan si antes no lo aprueban los
inquisidores del PCC, ni pueden conectarse desde sus hogares a la
internet, esa revolución tecnológica del siglo XXI que está
transformando al mundo y que es una de las más trascendentales que ha
habido en toda la historia de la humanidad.

Quienes se atreven a opinar o a buscar la forma de conectarse a los
sitios prohibidos en la red pueden ser despedidos de sus empleos, ir a
prisión y luego ser deportados a España, o son hostigados e incluso
apaleados por las brigadas de respuesta rápida, una copia tropicalizada
de las camisas negras de Mussolini y las camisas pardas de Adolfo
Hitler. Es así de simple.

Y es esta simplicidad la que, al menos mientras los Castro dicten las
órdenes, va a continuar obstaculizando cualquier cambio que realmente
pueda sacar a Cuba de la crisis que la estrangula.

Source: "La 'red social' cubana y Mussolini | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1380007248_5212.html

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