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Friday, September 13, 2013

En blanco y negro

En blanco y negro
CAMILO ERNESTO OLIVERA | La Habana | 13 Sep 2013 - 8:08 am.

Mientras el mundo avanzaba en colores, la vida y los sueños de varias
generaciones de cubanos transcurrieron frente a una pantalla en blanco y
negro.

A mediados de los cincuenta, un televisor Zenith era todo un lujo en las
salas de los hogares cubanos. Aquí estaban Unión Radio, captable por el
canal 4, CMQ por el canal 6, Telemundo por el canal 2 y el primer
intento de televisión a color se gestaba en canal 12, conocido como
Escuela de Televisión. Cuba, junto a México y Brasil, inauguraba la era
de la televisión en Latinoamérica.

En mayo de 1962, la caricatura de un gorila verde olivo con barba,
posesionado del edificio CMQ, circuló en forma de volante. La radio y la
televisión pasaban a ser propiedad del régimen. El tenebroso C.O.R
(Centro de Orientación Revolucionaria) trazaría con mano de hierro la
política de transmisiones. Los medios de difusión masiva serían, a
partir de ese momento, herramienta ideológica del naciente PURSC
(Partido Unido de la Revolución Socialista).

Hay quien recuerda la primera aparición de Los Zafiros en el programa
Música y Estrellas. Otros más chicos, miraban la larga saga de Los
Vikingos o Los Mambises en el espacio Aventuras. En aquella época eran
dos series, una a las 7pm y otra a las 7y 30pm.

En algún momento entre los 60 y los 70 llegaron de la lejana URSS los
televisores Ogoniock. Escaseaban las piezas de repuesto para los
televisores americanos, que se iban extinguiendo. Detrás de los Ogoniock
arribaron los modelos Rubín y Electrón. Los dos últimos, llegaban a
manos de la población con el selector de canales para alta frecuencia
(UHF) extirpado. Aquellos televisores rusos, "de bombillos", soportaron
estoicos el calor y la humedad. Cuando se desestabilizaban, los
contundentes golpes sobre su cubierta de madera los regresaban a la
normalidad.

En 1978, los cubanos de Miami regresaron de visita. Las tiendas Cubalse
se abrieron a su disposición y los televisores japoneses a color
formaron parte de la oferta. La Televisión Cubana había transmitido en
colores el desfile militar ocurrido en la Plaza Roja de Moscú, por el 60
Aniversario del octubre rojo. La entonces flamante estación terrena
Caribe captaba la señal satelital.

Un año antes, en el verano, la TV se sacudía un poco la monotonía en
pantalla y ampliaba las horas de transmisión. El video tape de factura
extranjera llegaba por fin. La mayoría de los programas de factura
nacional, incluidas las series dramáticas, eran en vivo.

El indigesto realismo socialista permeaba los seriales: La peña del
león, El viejo espigón, Oro verde. Una aventura titulada Los
incapturables, terminaba su ultimo capitulo con los protagonistas
parados en firme frente a cámara, cantando el himno de La internacional.
Mientras tanto, en disolvencia rodaban imágenes, en telecine, de la
"victoriosa y pujante URSS". EN esos años, Carlos Gili protagonizaba una
vez más la versión televisiva de la novela de aventuras El corsario
negro, de Salgari. Enrique Almirante reinventaba al personaje de Robín
Hood. El director estrella de aquellas series era un delirante Erick Kaupp.

También había debutado la actriz Susana Pérez, en una teleserie titulada
Primavera en Budapest. En 1979 Pérez protagonizó una adaptación
televisiva de la novela de Cirilo Villaverde La joven de la flecha de
oro. Luego se convirtió en el definitivo primer amor de muchos cubanos,
al personificar a la hermosa pero infeliz Martine de Rosas a crédito,
versión para la televisión del original de la escritora francesa de la
segunda posguerra Elsa Triolet.

En el verano de 1978, a las 2 pm salió al aire el programa competitivo
Para Bailar. En 1979, uno de los premios para la pareja ganadora del
concurso anual fue un televisor Caribe. Ese televisor, en blanco y
negro, era transistorizado. Ganó la pareja de Rebeca Martínez y Miguel
Ángel Masjuan.

Esa tarde de domingo, el programa fue sacado del aire abruptamente casi
diez minutos antes de lo habitual. Cuando anunciaron el premio, se
notaba la atmosfera caldeada. La pareja ganadora del tercer puesto
comenzó a protestar y varios amigos y familiares de estos invadieron el
set. Lo que no se vio al aire fue la bronca que se armó. El televisor
Caribe terminó reventado contra el piso del estudio 19 del FOCSA, en
donde se hacía el programa.

Una noche del mes de abril de 1980, la TV nacional mostró en el
noticiero el video tomado a un grupo de cubanos asaltando la Oficina
Consular de Estados Unidos en La Habana. Aquella crisis fue vista por
muchos en blanco y negro. Otros, desde la televisión, decidieron fugarse
al mundo en colores. Se fueron diluyendo, desde entonces y a través de
estos años, Evelio Taillac, Severino Puente, Salvador Blanco, Caridad
Ravelo, Ana Lilian Rentería…

A inicios de la década del noventa, las piezas de los televisores rusos
comenzaron a escasear. Algunas piezas del Krim 218 y el Caribe se podían
conseguir de trasmano en más de 200 pesos cubanos (de los de antes de la
devaluación).

La mayoría de los cubanos vio el juicio contra Arnaldo Ochoa a través de
un televisor en blanco y negro. Se cayó el muro de Berlín y la URSS se
diluyó. La crisis aumentaba. El primer tema de conversación, frente a la
pantalla del televisor ruso roto, era la fuga. En las noches, batía
record de audiencia aquella telenovela titulada Pasión y Prejuicio.
Mientras tanto, llegaron los apagones y, en agosto de 1994, "el maleconazo".

Los cubanos de la isla hemos recordado, vivido y soñado, encerrados en
blanco y negro, mientras el mundo avanza en colores. Entre las largas
peroratas de Fidel Castro y los dibujos animados rusos, se nos fue la
vida frente a una TV analógica y monofónica. Ahora, tal parece que
tendremos televisión digital con el uso de la norma tecnológica china.
Cuba será el único país en toda el área que empleara esa norma. Con el
"apagón analógico", el régimen quiere retardar su definitivo e
inevitable apagón político.

Source: "En blanco y negro | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cultura/1378897645_5003.html

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