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Thursday, September 19, 2013

El reto de la Iglesia Católica a la dictadura

Iglesia Católica, Cambios, Reformas

El reto de la Iglesia Católica a la dictadura
Otra vez el régimen queda desnudo
Eugenio Yáñez, Miami | 19/09/2013 8:13 am

La Carta Pastoral "La esperanza no defrauda", de la Conferencia de
Obispos Católicos de Cuba, plantea las disyuntivas de la sociedad cubana
y hace evidente que el régimen no tiene soluciones para la gran tragedia
nacional.
No pretendo defender a la Iglesia, que sabe hacerlo perfectamente. Y
aunque en muchas ocasiones rechace, me disguste o no entienda su
accionar, nunca olvido que la Iglesia Católica es la única institución
en Cuba que no se subordina a los dictados del totalitarismo, que no
depende de financiamiento del régimen, y que tiene estructura nacional,
experiencia de milenios, y respaldo internacional.
Los supercríticos guerreros de Internet, que desde la comodidad del
exilio y muchas veces la protección del anonimato piden a gritos
revuelta popular en la Isla, confiados en que los muertos los pondrán
otros y que nunca peligrarán ni sus viajes a Cuba ni sus pastelitos de
guayaba, tal vez no den a esta Carta Pastoral la importancia que merece.
Además, aunque viviendo "exiliados" en plena Calle Ocho, cerca de la
Puerta del Sol, o junto a la Plaza Garibaldi, para algunos la "onda" es
ser anticlerical a rajatabla, por lo que sea, como mismo haría todo buen
izquierdista rabioso.
Sin embargo, dos milenios de sabiduría acumulada por la Iglesia Católica
le permiten, en lenguaje cuidadoso y respetuoso, pero directo y claro,
decir cosas que otras agrupaciones religiosas en la Isla ni se atreven a
pensar, y presentar en documentos pastorales definiciones de problemas y
propuestas de soluciones que no se ven ni en el régimen ni en muchos
proyectos del exilio o de los disidentes.
Sin adornos, la Carta Pastoral desarma el entramado conceptual y
propagandístico del totalitarismo. Habla, y aclaro que todos los
subrayados en este artículo son míos, de la "libertad querida por Dios
que permite al hombre obtener para sí y su familia los frutos de un
trabajo digno y participar de las decisiones que le afectan en su futuro
personal, familiar y social".
Directa y claramente cuestiona el concepto de papel rector de un grupo o
de ideas determinadas de antemano, y en lo que podría considerarse
subversivo en labios de un político describe claramente a la dictadura
al señalar que "La estructuración y organización de las sociedades y
gobiernos, tanto ayer como hoy, pueden generar grupos de poder que no
siempre representan a todos y no se interesan por aquellos que están
fuera de su círculo de pertenencia. Estos grupos anteponen sus intereses
a los de sus semejantes, a quienes llegan a ignorar, e incluso,
aniquilar socialmente".
Se expresa, implícitamente, que la vida, los derechos y la sociedad
cubana no pueden ser solo para "los revolucionarios", sino que deben ser
para todos los cubanos, sin exclusiones. Por eso la Pastoral advierte
que "El Gobierno (…) tiene la obligación de procurar el bien de todos
los ciudadanos y la mejor manera de lograrlo es teniendo en cuenta los
justos intereses de cada grupo humano o región que compone nuestra
sociedad".
Con esos criterios, los inmovilistas del Partido Comunista enfermarían
del hígado si no lo estuvieran ya. Porque no soportarán leer que "El
Estado participativo debe sustituir definitivamente al estado
paternalista", o que se propicie "la búsqueda de soluciones propias, sin
necesidad de esperar las respuestas y soluciones desde arriba".
La Pastoral define magistralmente la realidad del régimen y del Partido
Comunista en Cuba al señalar que "Es comprensible que existan
resistencias internas a cualquier cambio, y no es difícil constatarlo
porque los cambios siempre crean incertidumbre respecto al futuro". Y de
inmediato hurga profundamente en la mentalidad guerrillera de los
"históricos" de la dictadura y su parálisis mental: "Esta resistencia se
debe también a una mentalidad, o modo de pensar, sustentada en los
factores ideológicos que estuvieron en su origen y desarrollo, que se
han prolongado en el tiempo sin tener en cuenta que nuestra realidad ha
evolucionado y, por ello, actualmente no pocos advierten los aspectos
que resultan obsoletos y no viables de esa visión estática de la realidad".
Después de definir con precisión un conjunto de problemas que atenazan a
la sociedad y conculcan el futuro de todos los cubanos, la Pastoral se
adentra en propuestas de soluciones que mucho desearían estructurar tan
coherentemente grupos de disidentes o del exilio, al resumir el problema
en pocas líneas que, incluso, se apropian de un leit motiv del régimen:
"Creemos imprescindible en nuestra realidad cubana una actualización o
puesta al día de la legislación nacional en el orden político".
Y también de manera sencilla, y sin la palabrería del régimen, sus
alborotos y sus lineamientos, la pastoral da una excelente definición de
futuro democrático para nuestro país que podría suscribir cualquier
demócrata cubano: "Cuba está llamada a ser una sociedad plural, siendo
la suma de muchas realidades cubanas o, en otras palabras, Cuba es la
nación de todos los cubanos, con sus diferencias y aspiraciones, aunque
no siempre haya sucedido así. Debe haber derecho a la diversidad con
respecto al pensamiento, a la creatividad, a la búsqueda de la verdad.
De la diversidad surge la necesidad del diálogo".
Y apuesta al diálogo más que por la confrontación tan apetecida por la
dictadura: "…el diálogo entre los diversos grupos que componen nuestra
sociedad es el único camino para lograr y sostener las transformaciones
sociales que tienen lugar en Cuba, pues el diálogo siempre es
enriquecedor porque brinda posibilidades de aportar nuevas ideas y
soluciones a los problemas o conflictos que se afrontan".
Aunque la extensión de este artículo no permite ampliar mucho más,
véanse estas dos muestras de clara exposición de conceptos sobre
política exterior: "En un mundo cada vez más globalizado e
interdependiente, las necesarias reformas internas, tanto políticas como
económicas, pueden ayudar a insertarnos de manera más dinámica y segura
en el contexto internacional". Y esta otra: "se hace necesario
considerar las relaciones de Cuba con los Estados Unidos, que durante
largas décadas, de diverso modo y de manera constante y profunda, han
afectado la vida de nuestro pueblo".
Finalmente, ante las críticas de Raúl Castro a la pérdida de valores
morales en Cuba, la respuesta de la Iglesia es más completa y profunda
que la del propio régimen: "…no son suficientes las medidas de exigencia
y de disciplina, sino que se hace apremiante un proceso educativo que
favorezca, en todos los cubanos, el deseo de ser buenos y la práctica de
la virtud. A tal fin deben contribuir, conjuntamente, la familia, la
escuela, los medios de comunicación y las instituciones religiosas
teniendo a los niños y a los jóvenes como los primeros destinatarios de
una formación integral".
La iglesia no es una institución política, ni su misión es tomar el
poder ni dirigir el país, pero puede aportar criterios importantes en
beneficio de la sociedad y los ciudadanos, y ofrecer, como en este caso,
alternativas conceptuales a las aburridas, gastadas, mediocres y
fracasadas políticas "revolucionarias" de la dictadura.
La Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, con "La esperanza no
defrauda", ha demostrado ser mucho más "dialéctica", entender mucho
mejor los problemas de nuestra Patria, y proponer caminos más realistas
para solucionarlos, que el Buró Político del Partido Comunista durante
medio siglo.

Source: "El reto de la Iglesia Católica a la dictadura - Artículos -
Cuba - Cuba Encuentro" -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/el-reto-de-la-iglesia-catolica-a-la-dictadura-303872

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