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Wednesday, September 04, 2013

El partido no ha muerto, pero se pudre en vida

El partido no ha muerto, pero se pudre en vida
Miércoles, Septiembre 4, 2013 | Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -De cada diez miembros de
la UJC que arriban a la edad en que deben pasar al partido comunista o,
en caso contrario, desactivarse políticamente, sólo dos están dispuestos
a mantener su militancia; y de estos dos, solamente uno termina
engrosando las filas del PCC. Es un secreto a voces que discurre por
estos días en La Habana. Mientras otra información clasificada, que
también rueda entre bambalinas, da cuenta de que el partido se reduce a
paso de conga, sea por vejez y muerte de sus miembros, sea por numerosas
solicitudes de bajas para la reunificación familiar en el extranjero, o
sea por simple decepción.

A ese ritmo, pronto los caciques del régimen tendrán que ordenar que sus
huestes salgan a las calles para la recolección de aspirantes a
comunistas, tal y como ahora acopian laticas de cerveza en los basureros
para ser recicladas en la industria. También deberán remodelar aquel
burbujeante eslogan según el cual los hombres mueren pero el Partido es
inmortal, ya que si bien no ha muerto (y justo quizá por no morir a
tiempo), el partido se está pudriendo en vida.

Se trata de un doble oxímoron, ya lo sé, pues de la misma manera que no
podía morir porque nació muerto, tampoco puede pudrirse porque nació
podrido. Pero el hecho es que su vieja cortada como vanguardia
revolucionaria del pueblo se está desbarrancando sin remedio en la
evanescencia. Y por más disimulado que intenten mantener el sobresalto,
es otro secreto a voces que los caciques están perdiendo los pocos pelos
que les quedan en las cabezas al constatar el modo en que se comprime,
por días, la cifra de casi 800 mil cubanos militantes comunistas,
declarada por el propio Raúl Castro, en abril de 2011.

Sean Penn, que ha demostrado ser tan buen actor como tarúpido para la
política, dijo hace poco que en unas elecciones libres en Cuba, el
partido comunista podría ganar el ochenta por ciento de los votos.
Cuando terminemos de reírnos, tal vez valdría aclararle que, a juzgar
por las buenas nuevas que corren, ni siquiera el ochenta por ciento de
los militantes que aún quedan votarían ahora mismo por su partido, aun
cuando representen un número insignificante.

Todavía más, si antes de 1959, el partido comunista disponía de un cinco
por ciento de apoyo electoral entre los cubanos, el porcentaje nos
parece exagerado para estos días. Y al paso que va, lo será pronto en el
seno de sus propios núcleos.

No es que a los caciques les haga falta el partido para dominar en Cuba.
Mucho menos actualmente, cuando a fuerza de haber existido tanto tiempo
en la virtualidad, está pasando del estado sólido al gaseoso. Sin
embargo, aunque no sirve de nada para influir entre la población, les
sigue sirviendo como embozo para disfrazar su sistema de poder
monárquico, sobre todo ante los amigos y cómplices del exterior, del
tipo Sean Penn, socialistas del ombligo hacia abajo, que insisten en ver
a nuestra dictadura como un faro, y al pueblo como a las fieras del
zoológico, las cuales lucen atractivas sólo si se miran de lejos y rejas
mediantes.

Ciertamente, provocan vergüenza ajena quienes, desde Hollywood, o desde
las universidades estadounidenses, o desde sus sanctasanctórum en Europa
y Latinoamérica, o incluso desde algunas organizaciones de prestigio
internacional, como la ONU, persisten en dar crédito a un edicto
tiránico como el que nos ordena, a través del artículo quinto de la
Constitución de la República: "El Partido Comunista de Cuba, martiano y
marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la
fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado…".

¿En verdad ignoran esos señores la histórica y raigal falta de
influencia del partido entre nuestra gente de pie? No ahora, ni siquiera
en lo que podríamos llamar sus mejores tiempos. Mientras más extendido
en cuanto al número de sus miembros, menos efectivo e influyente fue.
Mientras más promovido por la propaganda como vanguardia de las masas,
menos capaz de atraer por sus virtudes o ejemplos. Lo que aquí deben los
comunistas a los líderes de la revolución, en materia de reconocimiento
y asimilación (que no en aclamación) populares, han debido pagarlo con
una existencia ficticia en tanto partido político, y a la vez como
instrumento represivo al servicio del poder, más antipático mientras más
omnipresente. ¿Acaso no lo saben Sean Penn y su pandilla?

¿Desconocen también que desde siempre, pero muy particularmente en la
actualidad, las ideas, los planes, los dogmas del partido comunista
representan lo más ortodoxo y retrógrado, lo esquemático, lo rígido, lo
intolerante, lo incontestable, lo sectario, lo más obsoleto de nuestra
historia contemporánea? ¿Tampoco saben que, como poder real, para la
mayoría de los cubanos no representa, no ha representado nunca sino la
inutilidad y el teque sin sustancia?

Hablo, por supuesto, del partido como institución, y también de sus
representantes en el gobierno, que muy poco tienen que ver con una buena
parte de los militantes de base, desconocedores generalmente de las
obras de Marx, Engels, Lenin… simples fichas desideologizadas, que
actuaron y actúan por inercia, cumpliendo órdenes de arriba, y que al
parecer sólo recién ahora, apurados tal vez por el reclamo de las
tripas, han empezado a pensar con la cabeza.

Source: "El partido no ha muerto, pero se pudre en vida | Cubanet" -
http://www.cubanet.org/articulos/el-partido-no-ha-muerto-pero-se-pudre-en-vida/

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