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Saturday, September 07, 2013

Ángel Castro y Lina Ruz

Ángel Castro y Lina Ruz
CARLOS ALBERTO MONTANER | Miami | 6 Sep 2013 - 4:57 pm.

A propósito de las reacciones de algunos lectores: 'De la misma manera
que no se me ocurriría condenar a los padres o hijos de Batista o
Machado, no entiendo por qué la familia de Fidel Castro debe padecer
esos ataques personales'.

Nunca me imaginé que alguna vez sería el autor del artículo que sigue.

Escribí sobre el caso de Ángel Castro, un campesino gallego
semianalfabeto, como era propio de la época, padre de Fidel y sus
hermanos, que llegó a Cuba sin dinero y se convirtió en un rico
empresario agrícola.

Expliqué que de su ejemplo se deriva una lección de economía que debió
servirle a Raúl Castro, y unas cuantas personas —incluidos los guerreros
de internet que la dictadura dispone para estas sucias tareas—
decidieron insultarme a mí, a Lina Ruz, a D. Ángel, su marido, un señor
muerto en 1956 que tuvo 9 o 10 hijos, y dos de ellos, Fidel y Raúl,
resultaron nefastos para el país. Un matrimonio del que nadie hablaría,
a no ser por algunos de los hijos que engendró.

De la misma manera que no se me ocurriría condenar a los padres o hijos
de Batista o Machado, no entiendo por qué la familia de Fidel Castro
debe padecer esos ataques personales. Si casi nunca podemos elegir a
nuestros amigos, porque nos los imponen las circunstancias, y jamás a
nuestras familias, por lo menos aprendamos a escoger juiciosamente a
nuestros enemigos.

Hay una vieja norma no escrita del periodismo y de las rivalidades
políticas que me parece prudente observar: se respeta a la familia de
los adversarios y no se utilizan informaciones sobre la intimidad de las
personas para tratar de desacreditarlas. Esa indecencia la hace la
dictadura cubana y, entre otras razones, por ello se trata de un régimen
despreciable.

En realidad, no entiendo la inquina contra Ángel Castro o contra su
esposa, Doña Lina Ruz. Si es verdad que fue un empresario abusador que
asesinaba haitianos, lo cierto es que nunca fue acusado ante los
tribunales por esos crímenes. ¿Por qué no hay rastro judicial de esa
barbaridad? En Santiago había autoridades consulares haitianas. ¿Por
qué, si ello es cierto, cuando Ángel y Lina mandan a sus hijos pequeños
a Santiago lo hacen a la casa de unos haitianos?

También ignoro si es veraz la información, muy difundida, de que, por
las noches, D. Ángel movía la cerca para robarles tierra a sus vecinos.
Como en el caso de los haitianos, ¿por qué no hay rastros judiciales de
pleitos por la tenencia y propiedad de la tierra que involucren a Ángel
Castro?

La geofagia, como creo que se llama el delito, no me sorprende, y
sospecho que se practicaba con cierta abundancia en aquellos tiempos,
pero sí la pasividad de los terratenientes cuyas propiedades colindaban
con las de D. Ángel.

¿Por qué se dejaban robar? ¿Eran mancos estos personajes? Los que yo he
conocido no lo parecían. Más bien era gente adicta al machetazo rápido
o, como dice el soneto que retrata a los mambises, al "Colt y a la
escopeta". ¿Podía un gallego sin grandes conexiones despojarlos
impunemente de sus propiedades?

No dudo que D. Ángel, mientras pudo, les pagara con vales a los
trabajadores, pero esa debió ser una deleznable práctica en el campo
cubano, tan habitual y extendida que hubo que legislar contra ella.

Probablemente, Ángel Castro no era un patrón generoso (casi nunca lo
son) que se desvivía por ayudar a sus empleados (pese a que llevó el
correo, la escuela y el cine a sus predios), ¿pero cuántos cubanos lo
eran en aquellos años?

¿Qué sucede hoy, en el siglo XXI, en las haciendas azucareras de
República Dominicana? Objetivamente, quienes en Centroamérica y el
Caribe solían ser más humanos con los trabajadores agrícolas eran las
empresas norteamericanas (la United Fruit Company, por ejemplo, que les
fabricaba escuelas, hospitales y casitas rurales).

Es obvio que Ángel Castro tuvo relaciones extramatrimoniales con Lina
cuando la muchacha era muy joven, aunque la edad legal para las
relaciones sexuales consentidas debió ser entonces más de 13 años (como
en la España actual).

También es un dato cierto que se casó con ella tras la muerte de su
primera mujer, cuando sus hijos con Lina eran adolescentes o estaban
"creciditos", pero ese era un drama rural absolutamente cotidiano y casi
banal. Más del 70% de los niños en el campo cubano en aquella época
nacían fuera del matrimonio. ¿De dónde viene esta postura calvinista
entre cubanos?

Quienes la emprendieron contra Doña Lina también la acusan de
infidelidad y de que Raúl no es hijo de D. Ángel. En realidad, si Doña
Lina tuvo o no relaciones fuera de su matrimonio no me consta y me
importa poco. Le dejo esas infamias a la Seguridad del Estado, que se
dedica a proteger la honra de las esposas de los dirigentes de la
revolución y a vigilarles la entrepierna, como narro en mi novela La
mujer del coronel a partir de una historia real.

En España, donde residí 40 años, aprendí que el 8% de los niños nacidos
en un hospital de maternidad de Barcelona y en otro de Bilbao, no eran
hijos de quienes creían ser sus padres biológicos. Fue una prueba ciega,
así que lo único que se supo fue el dato porcentual de infidelidades
terminadas en embarazo. En Cuba debió ser por el estilo. Lo supongo,
pero creo que es un asunto menor.

No obstante, en enero de 1961 coincidí en La Cabaña con Felipe Mirabal,
el oficial del ejército de quien se decía que era el padre de Raúl
porque en los años veinte y treinta del siglo pasado era jefe de la
Guardia Rural en esa zona. Como nos hicimos amigos, le pregunté si era
verdad que era el padre de Raúl y me lo negó enfáticamente. Podía
estarme mintiendo, porque en esa época no era saludable aceptar esa
responsabilidad, pero no me lo pareció.

En todo caso, Lina Ruz era una buena mujer que deseaba que sus hijos se
criaran en la fe católica y estudiaran, dado que ella, muy pobre, tuvo
que ponerse a trabajar desde que era una adolescente. Por eso los envió
a todos (menos a Ramón, que se empeñó en ayudar a su padre) a caras
escuelas religiosas, muy afamadas. Dos de sus hijos, Fidel y Raúl, se
desviaron de ese camino y se convirtieron en matones dotados de una
siniestra ideología, pero ¿qué culpa tienen Lina Ruz o Ángel Castro de ello?

Esta pobre mujer murió muy disgustada con Fidel y Raúl porque habían
establecido una dictadura comunista y porque habían estatizado la
hacienda de Birán, producto, esencialmente, del trabajo de su marido y
el de ella misma. Esto lo cuenta con toda claridad Juanita Castro en su
libro de memorias, una obra fundamental para entender cómo funcionaba
esa familia.

En definitiva, yo no creo que Ángel Castro le haya hecho honor a su
nombre y admito que no debió haber sido un seráfico espíritu alado, pero
sí fue lo que conté: una persona emprendedora, ni mejor ni peor que
cientos de propietarios rurales de aquellos tiempos. Alguien que creó
riqueza con su trabajo incesante y murió millonario. Fue uno de los
miles de empresarios que lograron convertir a Cuba en una de las
naciones más desarrolladas de América Latina durante los 56 años que
duró nuestra pobre República.

Un periodo, por cierto, casi similar al que les ha tomado a Fidel, a
Raúl, y a la patulea marxista-leninista-oportunista que los rodea,
demoler metódicamente cuanto allí se hizo, precisamente por no haber
entendido nunca la importancia de la propiedad privada, de los
emprendedores y de la libertad: la política y la económica.

Source: "Ángel Castro y Lina Ruz | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1378479426_4939.html

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